miércoles, 5 de febrero de 2025

ESPONSIANO EL EMPERADOR FANTASMA

 

     Una moneda con la efigie de un emperador desconocido se visualizó por primera vez en 1713. Poco más tarde aparecieron otras tres del mismo personaje. Al final, se han hallado cuatro monedas de oro repartidas en tres países europeos, ya que dos de las cuales se encuentran en la capital austriaca, otra en Glasgow (Reino Unido) y otra en la ciudad de Sibiu en Rumanía. Al no descubrirse en una excavación arqueológica legal, no se puede afirmar con seguridad su origen, si bien, hay indicios de que proceden de Transilvania. Presentan un aspecto tosco, en donde observamos una imagen del posible emperador con corona de rayos girado hacia la izquierda y la leyenda: IMP SPONSIANI,  o sea, “EMPERADOR ESPONSIANO” en español, y una grafila de puntos. Mientras tanto, en el reverso, advertimos que es prácticamente igual que un denario de época republicana romana del 135 a. C., semejanza difícilmente explicable, pues en su centro representa un monumento dedicado a sus antepasados, y dos figuras togadas con instrumentos religiosos a ambos lados rodeados por una grafila. En la imagen siguiente advertimos el denario republicano al que he hecho referencia:


     Como dije al principio, no solo se encontró la moneda que encabeza este texto, hay otras tres más, menos estéticas si se quiere, pero que también constatan la existencia de este dignatario y que contemplamos a continuación:


     ¿Dónde radica el problema para admitir la existencia de esta persona? En la autenticidad de las piezas, y de que no sean una de tantas falsificaciones que se han dado a lo largo de la historia, especialmente en el Renacimiento, aunque ya era una práctica común en la propia antigüedad. De ser verdaderas habría que situarlas a comienzos de la segunda mitad del siglo III d. C. ¿Quién sería Esponsiano? Pues, posiblemente, un jefe militar de la parte oriental del Imperio que tomó el mando proclamado por tropas a su servicio emperador de Dacia, sin el conocimiento del Senado, luego, ya que los habitantes de la zona necesitaban protección para sus vidas y actividades económicas,  una vez que el ejército romano se iba retirando de allí por la imposibilidad de defender sus fronteras en la crisis del siglo III. Era sensato que tuvieran que emitir monedas propias, pese a que no cumplían con los estándares romanos, pero que necesitaban para sus transacciones comerciales.

     En mi opinión, si se falsifica una moneda sería con respecto a una que ya existe, pues, siempre facilitaría el engaño que se pretende, pero nunca una desconocida o inventada. Por otra parte, recientes estudios que se han llevado a cabo, ponen de manifiesto que estas piezas llevan pequeñas ralladuras y otros elementos de haber estado enterradas muchos siglos. Por lo que concluyen estos especialistas de que son auténticas. No obstante, no existe ningún texto escrito que diga una sola palabra de la existencia de este hombre, ni contemporáneo a él, ni posterior. Si alguna vez apareciese, aunque siquiera una línea, supondría un gran aporte. La última palabra aún no está dicha.

      R.R.C.