El día 14 de
febrero se celebra el Día de los Enamorados en distintos países del mundo, como
una festividad en donde las parejas que se quieren se intercambian regalos
entre ellas, para demostrar su amor el uno por el otro. Este acontecimiento
llegó a España en 1948 de mano de José Fernández, fundador de la antigua
Galerías Preciados, absorbida más tarde por otro gran almacén, y que todavía
sigue siéndolo: El Corte Inglés. También cambió de fecha otras conmemoraciones
ya establecidas, como fue el caso del Día de la Madre, que aquí en España se
venía festejando el 8 de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción, se pasó a
su celebración al primer domingo de mayo. En otros países, por ejemplo, es el 8
de marzo coincidiendo con el Día de la Mujer.
Nos podríamos preguntar: ¿qué interés
podría tener un empresario en establecer
el Día de los Enamorados en febrero, y para qué cambiar de fecha el Día de la
Madre al mes de mayo). La explicación es muy simple: ambos meses son muy flojos
en ventas en los comercios por distintas razones. Pensemos que después de la
conocida como “cuesta de enero” por los gastos que todos tenemos, viene
febrero, donde nos coge con los bolsillos vacíos, lo cual se traduce en una
caída de la demanda en los comercios. Un incentivo parecido ocurre con el Día
de la Madre, pues se celebraba el mismo mes que la Navidad, cuando más
consumimos, así que se trasladó al mes de mayo, en el que también flaqueaban
las ventas. El negocio es el negocio.
En el origen histórico de esta tradición
ocurre como en tantas otras, ya que resulta difícil de establecer con certeza,
pues se entremezclan personajes, tradiciones, leyendas… Para no marear al
posible lector, me referiré a aquellas cuestiones que son aceptadas con más quórum
por los historiadores que se han ocupado del tema.
Un tal Valentín, sacerdote cristiano que
vivió en el antiguo Imperio romano en el siglo III d. C., desobedeció las
órdenes del emperador de ese momento, Claudio II el Gótico, que prohibía
casarse a los más jóvenes, ya que los desmotivaba para que se apuntaran al
ejército, falto de combatientes en esos tiempos de crisis que vivía el Imperio.
Este sacerdote no acató esta orden imperial y empezó a casar en secreto a los
jóvenes que así se lo pedían, además de predicar el cristianismo. Una vez
descubierto fue encarcelado. El 14 de febrero del año 269 fue lapidado y
decapitado (así se las gastaban entonces). A finales del siglo V, un papa lo
canonizó declarando el día de su ejecución como día de San Valentín. Hubo que
esperar hasta 1969 para que otro papa, en este caso Pablo VI, suprimiera del
santoral católico a este personaje, por las dudas que planteaba sobre un posible
indicio pagano en su biografía. Además, el origen de esta festividad, también
se asocia a otros mártires cristianos con el mismo nombre, pero el más aceptado
de todos es el que hemos traído aquí.
Otros historiadores sitúan el comienzo de
esta celebración en una popular fiesta pagana de la antigua Roma, ante diem XV Kalendas Martias, lo que
nos lleva al 15 de febrero, las llamadas Lupercales,
en la cuales un sacerdote sacrificaba una cabra. Tras ello, los niños azotaban
a las mujeres por las calle con piel de
animales, con el objetivo de aumentar en las muchachas su capacidad de
procreación. ¡Vaya gracia, pensarán algunos! Dentro de estas fiestas también se
emparejaban jóvenes al azar. El mismo papa que canonizó a San Valentín en 494
prohibió esta fiesta pagana y la reemplazó por una cristiana el día 14 de
febrero, un ejemplo de sincretismo religioso.
Volviendo al asunto comercial del primer
párrafo, según datos de la Asociación Española de Consumidores, el 59 % de los
españoles celebró en 2024 el 14 de febrero y gastaron una media de unos cien
euros. Otro dato curioso, ya que existe Internet, es que más de 5 millones de
personas de todo el mundo buscaron ese día la palabra “San Valentín” en Google.
R.R.C.