miércoles, 29 de mayo de 2013

Los ushebti


     Es una palabra del antiguo Egipto que significa “los que responden”. Eran pequeñas estatuillas que han aparecido en las tumbas y tenían la función de servir al difunto en el Más Allá. El material empleado para elaborarlos era habitualmente fayenza (cerámica con una terminación vidriada, muy frecuente en aquellos tiempos), también utilizaban madera policromada y piedra, pero los más valiosos eran de lapislázuli que importaban del actual Afganistán, de un azul intenso salpicado de  incrustaciones con pirita dorada y al que los egipcios concedían un gran valor, siendo uno de sus materiales preferidos, si no el que más. En cuanto a su nombre, fue cambiando con el curso de los años, el aquí mencionado responde a la época Saíta a partir del siglo VII antes de J.C., aunque los más antiguos se remontan al Imperio Medio. Respecto al número de estas estatuillas que depositaban en las tumbas, variaba en relación al período e importancia y riqueza de la persona fallecida. En el Imperio Nuevo han aparecido enterramientos con las mismas figuras que días tiene el año: 365, e incluso, superior a esta cifra. Se encontraron más de cuatrocientos en la famosa tumba de Tutankamón, y más de setecientos en la del faraón Sheti I.

     Normalmente eran pequeñas esculturas-bloque masculinas, con la inscripción ushebtis en muchos de ellos. Aparecen de pie y momificados, con un arado o una azada y un saco en la espalda. En su parte delantera llevaban escrito un texto en jeroglífico. En el Imperio Nuevo era habitual el capítulo VI del Libro de los Muertos, pues suponían que, al recitarlo, se les dotaba de vida y trabajarían en lugar del fallecido poniéndose a su servicio. Lograron auténticas maravillas de gran interés artístico.
     Respecto al origen de esta práctica, se plantea la posibilidad de que esté relacionada con una costumbre mucho más primitiva y salvaje, de llevar a cabo sacrificios rituales de servidores cuando moría la máxima autoridad, para que siguieran a su servicio en la otra vida. Estas estatuillas los terminarían  sustituyendo (¡menos mal! Y, bienvenidas sean).
    R.R.C.