miércoles, 10 de octubre de 2012

El salero de Francisco I


     El salero más famoso y conocido del mundo está hecho en oro, madera de ébano y esmaltes, con unas medidas de 26x33.5 cm y de estilo renacentista italiano.  Fue elaborado por Benvenuto Cellini en 1540 -43. Esta obra maestra con personajes de bulto redondo fabricada para el Rey Francisco I de Francia, puede ser admirada hoy en el Museo de Historia del Arte de la ciudad de Viena. Se trata de una joya de excelente cincelado a mano representativa del mar y la tierra, en base a los vientos y las estaciones con una elaborada alegoría iconográfica que el propio Cellini destaca en sus escritos. Este salero, por su gran tamaño, puede ser considerado en realidad como un centro de mesa, que el mismo rey le confió para ser utilizado en los banquetes de la corte real.

      Lleva superpuestas estatuillas de personajes medio recostados, uno de los cuales: Neptuno (en el papel de Júpiter en palabras del autor), en actitud fiera, orgullosa, arrogante…, y armado con un tridente representa al mar. Es el dispensador de sal que sale por uno de sus brazos, y está acompañado por cuatro caballos marinos. A su izquierda, aparece un barco ricamente trabajado destinado a contener la sal. El agua estaba representada con sus olas esmaltadas del color apropiado. Enfrente, una mujer que simboliza la tierra es el dispensador de pimienta, que salía por uno de sus pechos. Fijémonos en el hecho de que sus piernas se entrelazan, sugiriendo la unión entre Tierra y Mar, además de insinuar una actitud un tanto sensual, lo cual resultaba una metáfora muy apropiada según el propio Cellini. Asimismo, con su mano derecha recoge el cuerno de la abundancia. En primer plano se exhibe un arco de triunfo romano de tres vanos muy ricamente decorado, recorrido por cuatro columnas orden jónico, con una gran escultura femenina desnuda que parece despertar sobre su techumbre, sirve para recoger la pimienta. El pie o base en forma de zócalo ovalado se encuentra adornado con ocho pequeños huecos ornamentados con cuatro figuras simbólicas: la Aurora, el Día, el Crepúsculo y la Noche. Para cuya realización Cellini se inspiró en la tumba de los Médicis de Miguel Ángel. Los vientos separan esas figuras. En otras cuatro figurillas están representadas las cuatro estaciones: la primavera, el verano, otoño e invierno respectivamente. Las aristas de los huecos, así como otras partes de este zócalo, se encuentran guarnecidas de filetes en madera de ébano, con el objeto de que las figuras resalten notablemente. 
  
     Todo aparece representado como en una nave con una gran minuciosidad, detalle y riqueza. El gran artista italiano Cellini, con su destreza y calidad técnica, convirtió una pieza de orfebrería en una verdadera escultura de gran belleza.

     El propio Cellini cuenta la reacción del Rey cuando le presentó este precioso dispensador de sal y pimienta, y qué hizo a continuación: “Cuando puse esta obra ante los ojos del rey, dio un grito de estupor y no se cansó de contemplarla. Luego me dijo que me la llevase a casa y que ya me diría oportunamente lo que se había de hacer con ella. Me la llevé, pues, a casa; invité a comer a mis íntimos; fue una comida estupenda y muy divertida; en el centro de la mesa estaba el salero, presidiendo; fuimos los primeros en utilizarlo."

     En fin, con un salero así ¡a cualquiera se le olvida echarle sal a la comida!
        R.R.C.