Aspasia de
Mileto, genio y figura hasta la sepultura. De esta inteligente y bella mujer
sabemos que fue la amante primero y, esposa después, del gobernante de Atenas
Pericles, la cual influyó con toda seguridad en la vida política de la polis.
Inteligencia, habilidad, conocimientos, retórica… y un sin fin de virtudes no le faltaban. Un personaje así tuvo sus enemigos y detractores, que fueron muchos, lógicamente, pero no
lograron tapar con sus insidias sus virtudes, pues, toda la intelectualidad y
personas influyentes de Atenas manifestaros su admiración, tanto por su belleza como por su cultura e inteligencia. Tenemos grandes lagunas sobre su función
pública y muchas actividades suyas que no podemos comprobar, ya que plantean
serias dudas a la crítica histórica. No obstante, sabemos lo suficiente para
afirmar con rotundidad que fue el personaje femenino más importante de toda Grecia
(no sólo de Atenas) durante todo el siglo V antes de J.C.
En la antigua Grecia, una bellísima mujer llamada Friné fue
acusada ante la autoridad de haberse comparado con la diosa Afrodita, además de
no guardar los secretos de los misterios de Eleusis; gravísimos delitos que,
por aquellos tiempos y lugares, se castigaban con la muerte. Un antiguo amante
despechado fue quién la denunció. Se buscó al mejor abogado para que la
defendiese ante un tribunal compuesto solo por hombres predispuestos a su
ejecución. Cuando su defensor se quedó sin argumentos que convenciesen a la
sala, este le arrebató inesperadamente a su defendida la capa que la cubría, y
quedó completamente desnuda ante las atónitas miradas de sus señorías,
alegando, que lo que sería un verdadero crimen era privar a la humanidad de
semejante belleza. El tribunal la absolvió inmediatamente por unanimidad. Una
sentencia comprensible.
Cuenta una vieja
leyenda anglosajona, que tiene todos los visos de ser una historia real (al
menos en parte), que una señora que vivió entre los siglos X y XI, Lady Godiva,
de una gran bondad y belleza, casada con el conde de Chester y Mercia, en la
antigua Gran Bretaña, un tal Leofric, gran avaro donde los haya, pues tenía a
sus vasallos sometidos a elevados impuestos que les obligaban a sobrevivir
cada vez peor. Mientras que su comprensiva esposa, se preocupaba por la triste
situación en la que se encontraban por culpa de su marido. Le propuso a éste,
que reconsiderara su postura y bajase los abusivos tributos a los que tenía
sometida a la población. La sorprendente respuesta del esposo es que estaría
dispuesto a ello, siempre que se paseara desnuda sobre un caballo por todo el
pueblo cubierta únicamente por su larga cabellera, a sabiendas de la timidez
de su esposa. Inesperadamente aceptó el reto, con tal de aliviar las pesadas
cargas fiscales de la población, que conocedora de la historia, acordó
unánimemente quedarse en sus casas, cerrando puertas y ventanas y dejar la
localidad completamente vacía, para que la tímida dama se pudiese pasear sin
pasar vergüenza por todas las calles de Coventry. Como así ocurrió. Excepto que
una persona, no pudo resistir la tentación de mirar por una rendija de la
ventana, el sastre, que se quedó ciego por su acción (esta anécdota sí forma
parte de la leyenda). El marido cumplió su promesa y bajó los impuestos a la
gente. ¿Qué habría que hacer ahora para que nos bajaran los impuestos en
España?
Por último, me
permitiré una licencia y contaré una curiosidad que me pasó hace poco
corrigiendo un examen de Historia de una alumna de 1º de Bachillerato, no creo
que llegue a la categoría de anécdota histórica; pero bueno. La mencionada
estudiante lee en su libro de Historia que, tras la Primera Guerra Mundial,
Alemania quedó dividida por el corredor de Danzig, como podemos comprobar en el
mapa que precede a este párrafo, pero contesta en el examen que: “Alemania se
partió en dos por la corrida de Danzig”. No es lo mismo, evidentemente. Lo
que no fue impedimento, para que la interesada, cuando vio que estaba señalada
con una interrogación en rojo su expresión en el examen, me manifestara su
sorpresa, afirmando que la frase era válida y, lo que pasaba, era que yo no la
había entendido porque me lo había escrito con sus palabras. En fin, lo que
dicen siempre cuando una idea no la tienen clara. De todas formas, no lo tuve
en cuenta a la hora de calificarla, pues sé lo que quería decir, pero no lo
expresó correctamente, cómo así se lo hice saber.
R.R.C.
APÉNDICE:
UNA CURIOSA PUERTA
En el monasterio
de Santa María de la Alcobaça, a menos de 100 km. de la capital portuguesa, los
monjes que lo habitaban llevaban una vida de lo más sosegada y relajada, tanto,
que comenzaron a ser los más orondos de la región. Por este motivo, se tuvo que
aplicar una solución drástica para acabar con el “problema”. El remedio
propuesto fue la puerta de entrada al comedor, que solo medía 32 cm de anchura (la
que vemos en la imagen), conocida como la Puerta de los Gordos. Por lo tanto,
el que no pudiera atravesarla se quedaría sin comer, y hasta que no alcanzaba
la anchura óptima que le permitía pasar hacia el otro lado estaba “castigado”
con la inanición. Más eficaz que los regímenes que aconsejaba Grande Covián.
Bueno, ahora hablando un poco más en
serio. En el mismo muro donde se encuentra la imaginativa puerta hay otra más
grande y de la misma época medieval, la cual no presenta problema alguno para
atravesarla y también daba al refectorio del convento, o sea, al comedor, por
donde pasarían los monjes para realizar sus comidas. Es posible que en aquella
época dicho muro diese directamente a la calle y, por lo tanto, ambas puertas
también. ¿Qué uso podría tener la más pequeña? Una hipótesis razonable sería la
siguiente: surtir de comida a pobres y hambrientos de entonces, con el objetivo
de que no se le agolparan a la hora del reparto y poner así un poco de orden,
pues de esta manera conseguían dar de comer al necesitado con ciertas garantías
de seguridad. Al igual que las ventanillas de hoy en día, servía para evitar
acumulaciones y poder atender al personal de forma más efectiva e
individualizada.
R.R.C.