miércoles, 30 de abril de 2025

HABEMUS PAPAM

 

     Es la parte más importante de la fórmula que con pequeñas variantes se viene utilizando desde el siglo XV (Renacimiento) en adelante, cuando la Iglesia católica anuncia a la ciudad de Roma y al mundo la elección de un nuevo papa, tras el cónclave celebrado una vez fallecido el anterior. Esta notificación hecha en latín (idioma oficial de la Iglesia católica), se manifiesta desde el balcón principal de la basílica de San Pedro del Vaticano.

     La fórmula completa, una vez traducida al español, dice como sigue: “Les anuncio una gran alegría: ¡Tenemos Papa! El eminentísimo y reverendísimo señor, Don (nombre anterior a la elección), el cardenal de la Santa Iglesia Romana (el apellido correspondiente) quien se ha impuesto el nombre (el que utilizará para su pontificado). Por cierto, es opción del elegido mantener su mismo nombre, tal y como se hacía en los primeros siglos de la cristiandad, hasta que llegó a la silla de Pedro el papa Juan II, cuyo nombre de pila era Mercurio, un dios pagano romano que no le parecía adecuado para el representante de Cristo en la tierra, y eligió para su pontificado el nombre de un predecesor llamado Juan. Si profundizamos un poco más, el mismo Jesucristo cambió el nombre al que se considera primer papa: a Simón, al que llamó Pedro. Por respeto, ningún otro pontífice quiso llamarse igual, aunque no hay ninguna ley que lo prohíba. El cambio de nombre del que es elegido pontífice se interpreta como que, a partir de ese momento, inicia una nueva vida y rompe con la anterior, ya que ahora se debe al mundo. Recordemos que la palabra católica significa universal.

     Volviendo a la fórmula completa para la elección de un nuevo papa, sugiere bastante un par de versículos del cap. 2 del evangelio de San Lucas, donde nos informa que el ángel dijo a los pastores que se hallaban en el campo: “No temáis, os traigo una buena nueva que será motivo de gran alegría para todos; hoy os ha nacido en el pueblo de David un Salvador, que es el Mesías, el Señor”. Respecto a ¡HABEMUS PAPAM! Tenemos que tener presente que es una frase latina que se adapta a la sintaxis de esta lengua, en donde una misma palabra cambia de forma según la función que desempeña en la oración. Empezando por la última, papam, hace de complemento directo y, por lo tanto, tiene que estar en acusativo (ya que en latín existen declinaciones) y se consigue añadiendo una m final a la palabra. Habemus es primera persona del plural del presente indicativo del verbo habere, infinitivo que equivale al verbo tener en nuestro idioma. En consecuencia, Habemus Papam lo traducimos por “tenemos papa”. Si papa no llevara la m final, sería incorrecto, al no cumplir su función gramatical.

     Bueno, ahora solo nos queda esperar la fumata blanca y al cardenal protodiácono anunciando: ¡HABEMUS PAPAM! Y repique de campanas.

        R.R.C.

viernes, 25 de abril de 2025

EL CÓNCLAVE MÁS LARGO DE LA HISTORIA


      El cónclave más largo de la historia tuvo lugar en la Baja Edad Media, concretamente entre 1268 y 1271 con una duración de dos años y nueve meses, desarrollado en una pequeña ciudad al norte de Roma llamada Viterbo. Aquí se reunieron en su catedral tan solo unos 19 o 20 cardenales (según las fuentes que se consulten), y se metieron en un callejón sin salida, ellos solitos, que levantó muchas ampollas; tanto en las autoridades de la ciudad, que se hacían cargo de todos los gastos, pues pertenecía a territorios de la Iglesia, como de los habitantes de la misma, que por “cortesía” también corrían con los gastos, tanto de las autoridades religiosas, como de sus séquitos.

     Para ser elegido papa necesitabas una amplia mayoría, en este caso de 14 votos de los cardenales presentes allí reunidos, pero había dos facciones de unos 7 cardenales cada una, muy enconadas entre sí por cuestiones políticas. Además había otras dos sensibilidades que tenían pocas opciones por su escasa representación. Mientras de las dos facciones más importantes una prefería un papa francés (los carolinos), la otra (los gibelinos) quería uno más acorde con el Sacro Imperio Romano Germánico, que tenía unas relaciones complejas entre los mismos estados, ciudades… que lo integraban, y un emperador de la confederación con más poder simbólico que real.

     El papa fallecido Clemente IV residía en Viterbo, para librarse del ambiente enrarecido que se apoderó de Roma desde tiempo atrás, y en su catedral se celebraban las votaciones diarias, para después pasar a intervalos más largos conforme pasaba el tiempo sin alcanzar acuerdo alguno. A si mismo las autoridades y ciudadanos en la ciudad estaban perdiendo la paciencia ante esta historia interminable, también por los gastos que le suponía a todos. Llegó un momento en el que cambiaron de sitio a los cardenales, los llevaron a un edificio papal y los encerraron allí con llave (cum clave en latín, y de aquí viene cónclave, como se le conoce ahora a la elección de un nuevo papa), hasta que no eligieran un nuevo sumo pontífice.

    A pesar de ello, no hubo avance alguno. No obstante, tuvieron una idea: reducir la cantidad de pan, alimentos y agua que recibían los enclaustrados. Ni aun así alcanzaban un acuerdo, y las autoridades ordenaron despojar gran parte del techo donde se reunían, comían poco y dormían. Así, que sin techo interpuesto entre los cardenales y el Espíritu Santo, Dios los iluminaría mejor a la hora de la elección. Algunos cayeron enfermos ante su nueva situación de estar las 24 horas bajo el sol y las estrellas, soportando el frío, el calor o la lluvia. Tres de ellos murieron. El problema continuaba irresoluble.

     Al final, llegaron al acuerdo de que solo 6 miembros seleccionados de una manera equilibrada conseguirían el “milagro” de elegir un nuevo papa, como así fue. Recayó sobre un diácono que se encontraba luchando en una cruzada en Tierra Santa, que ni si quiera era sacerdote. Bueno, al menos, era un diácono: T. Visconti, y puso punto final a la crisis, ya que cuando fueron a comunicarle la decisión, aun con titubeos, aceptó el nombramiento, para ser coronado el 27 de marzo de 1271 en Roma, donde trasladó la sede papal, con el nombre de Gregorio X. Por último, el cónclave más breve de la historia duró unas pocas horas, cuando fue elegido Julio II en pleno Renacimiento, en octubre de 1503.

NOTA: Hoy día para ser papa tan solo basta que seas hombre menor de 80 años y estar bautizado. Aunque eso nunca ha ocurrido.

       R.R.C.

jueves, 17 de abril de 2025

LA PRIMERA DENUNCIA DE VIOLACIÓN DE LA QUE TENEMOS NOTICIA

     En el papiro egipcio "Salt 124” de hace más de 3000 años y conservado en el Museo Británico de Londres, tenemos la primera denuncia por escrito de la historia de una violación, que además viene acompañada de otros muchos delitos cometidos por un siniestro “personaje”, que ejerció como capataz ilegalmente en la construcción de las tumbas faraónicas en el Valle de los Reyes del Antiguo Egipto, cuando gobernaba la XIX dinastía. Él vivía en la ciudad de artesanos de Deir el Medina, un poblado próximo al campo de trabajo cercano a la ciudad de Tebas, capital de Egipto en esos momentos. Se cree, que Paneb había conseguido su inmerecido puesto de trabajo con algún tipo de soborno, ya que debería haber recaído en el hijo genético del antiguo capataz, pues él era adoptado y no descendía directamente del mismo como era costumbre.

     Los delitos de esta ”prenda” eran numerosos y graves, como asesinato, perjurio, robo, asalto, homicidio, blasfemia contra los dioses, hurto de las herramientas de trabajo, adulterio, favoritismo, malversación y violación, así como de desvalijar las tumbas reales. Desde luego, este último conllevaba con toda seguridad la pena de muerte. También se sabe que maltrataba con gran severidad a sus subordinados. Asimismo, logró formar una banda de delincuentes que se enfrentaba a otras de su tiempo. No podía faltar el despreciable delito de arrojar a una mujer contra una pared, desnudarla y violarla después, lo que sería, como vimos más arriba, la primera información de una violación de la que tenemos constancia escrita hasta ahora. El acoso femenino formaba parte de su “curriculum”.

     Bueno, al final que pasó con Paneb, desgraciadamente no lo sabemos. Si hubo juicio desconocemos la sentencia, así que, lo más probable es que nunca averiguaremos si pagó por sus múltiples delitos. No obstante, consiguió la inmortalidad, que tanto ansiaba el pueblo egipcio, pasando a la historia.

NOTA: Imagen del papiro que nos informa del caso escrito con caligrafía hierática.

        R.R.C.

miércoles, 16 de abril de 2025

CEREMONIA DE APERTURA DE LA BOCA DE TUTANKAMÓN

 

     La imagen que estamos contemplando corresponde a la pared norte de la cámara funeraria de la mundialmente conocida tumba de Tutankamón, y los personaje que vemos de pie son su sucesor y antiguo visir del joven faraón situado a la derecha Ay, que aparece con el tocado de los reyes en el campo de batalla y en determinadas ceremonias, y una piel de leopardo muy destacada que nos indica que también se muestra como sacerdote (sem) de las honras fúnebres; y el propio Tutankamón a nuestra izquierda representado como Osiris, el dios del inframundo (Amenti).

     Lo que se está llevando a cabo en la imagen es un ritual mágico conocido como ceremonia de la apertura de la boca, para lo cual el sacerdote, en este caso, el nuevo faraón Ay, con una azuela (herramienta que sirve para trabajar la madera, entre otras cosas) que lleva en sus manos, para que el difunto recupere todos los sentidos que tuvo durante su existencia terrenal, ya los iba a necesitar para su nueva vida futura. No solo la boca, también los ojos, la vista, el oído, etc. En el fondo, la podemos entender como la creencia en la transición a una nueva vida con las mismas necesidades que la nuestra, pero feliz y para toda la eternidad. Luego, como dice una bella canción española: “La muerte no es el final” para los antiguos egipcios.

     Estos frescos seguían las reglas o cánones de las pinturas egipcias en general, es decir, la cara, los brazos y las piernas de perfil; mientras el cuerpo y el ojo de frente. Eran representaciones planas, por lo tanto, no muestran distintas tonalidades y, cuando las vemos, son fruto del desgaste de los pigmentos por el paso del tiempo. No exhiben ningún tipo de perspectiva, y el tamaño de los personajes únicamente responde a sus estatus social, a una jerarquía, y no a que se sitúen en distintos planos. Los dioses, el faraón y los altos funcionarios son las figuras más cuidadas en todo el arte egipcio en general.

     Vamos ahora a los jeroglíficos que comprobamos a la altura de las cabezas de ambos mandatarios. El texto correspondiente al faraón Ay, hay que leerlo de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo, y traducido al español dice lo siguiente: El dios perfecto, Señor de las Dos Tierras (Alto y Bajo Egipto); Señor de los rituales (o Señor de la oración); Rey del Alto y Bajo Egipto: Manifestaciones del dios Ra (dentro de un cartucho ovalado); El hijo de Ra: Dios Padre, Ay, glorioso Señor gobernante de la ciudad de Tebas (dentro del segundo cartucho); Que sea dotado de vida como Ra eternamente y para siempre (aunque parezca una redundancia). El siguiente texto situado frente a Tutankamón, lo leemos de derecha a izquierda y de arriba hacia abajo, dice lo siguiente: El dios perfecto, Señor de las Dos Tierras (ya sabeos que se refiere al Alto y Bajo Egipto); Señor de las apariciones; Rey del Alto y Bajo Egipto: El Señor de las manifestaciones es Ra (en el primer cartucho); el hijo de Ra: Tutankamón, gobernador de Heliópolis del sur (en el segundo cartucho); Que sea dotado de vida eternamente.

     Por último, recordar que los faraones tenían hasta cinco nombres que se le fueron añadiendo con el transcurrir de los años. Los dos más importantes eran el Nesut-Bity y el Sa-Ra, o sea,  el de trono (el que aparece bajo la abeja y en junco) y el de nacimiento (el que aparece bajo el disco solar y el pato), los dos se manifiesta en la escena en ambos casos.

NOTA: El Alto Egipto es el sur y el Bajo Egipto es el norte, para estas denominaciones se sigue el curso del rio Nilo.

      R.R.C.

miércoles, 9 de abril de 2025

DENARIO DE JULIO CÉSAR


      Es uno de los últimos denarios que mandó acuñar Julio César, poco antes de su muerte en el Senado. Estamos hablando del año 44 a. C. y de la segunda quincena de febrero, tan solo un mes, o los quince días precedentes a los idus de Marzo. No debe de alcanzar los 4 g de peso y los 20 mm de diámetro. La ceca en la que se imprimió esta moneda de plata estaba en Roma, y el encargado de llevarla a cabo fue el monetario: “PUBLIO SEPULIO MACER”, tal y como leemos en la leyenda del reverso. En el anverso tenemos la inscripción latina: “CÉSAR DICTADOR PERPETUO” nombrado por el Senado ese mismo año. Una perpetuidad muy efímera. El protagonista aparece con la cabeza velada y coronada que ocultaba su calvicie en la parte frontal, dirigiéndose hacia la derecha con mirada penetrante y dureza de facciones.

     Volviendo al reverso, advertimos a la diosa Venus Genetrix (madre) de pie y sosteniendo una victoria con su mano derecha y un centro con la izquierda apoyado sobre un escudo circular. Respecto a esta pieza, pienso que se trata de un escudo votivo, que no eran aptos para el combate, sino piezas ornamentales dedicados a los dioses como agradecimiento por una victoria en el campo de batalla. También habría que destacar la caída de su vestimenta que da lugar a bonitos pliegues. El propio Julio César llegó a afirmar que esta diosa era antepasada suya y, lógicamente, fue honrada por toda la dinastía Julio-Claudia.

       R.R.C.

martes, 8 de abril de 2025

DENARIO DE CÉSAR AUGUSTO


       Esta moneda de plata que no alcanza los 4 g de peso y unos 20 mm de diámetro, fue acuñada, probablemente, en la ceca de Caesaraugusta, la actual Zaragoza, entre los años 19 y 18 a. C. Observamos en su anverso el busto del emperador Octaviano, orgulloso hijo adoptivo de César, con un delicado perfil y con realismo un tanto idealizado. Su cuidada cabellera se encuentra engalanada con una corona laureada con cintas decorativas que caen de la parte trasera. En la leyenda, que rodea el límite del campo de la pieza, aparece simplemente su nombre en latín: “CÉSAR AUGUSTO”. Si le damos la vuelta al denario, vemos una gran estrella de ocho rayos atravesada con la inscripción: “DIVUS IULIUS” (DIVINO JULIO), con una cola de luz en la parte superior conocido como el cometa de César, o como el Gran Cometa del año 44 a.C.

     Durante siete días se estuvo viendo sobre el cielo de la capital del Imperio, lo que fue interpretado por las gentes de la ciudad como el espíritu de César, que ya se encontraba entre los dioses. En consecuencia, el dictador no solo fue divinizado por decreto, ya que el cometa se vio como una prueba de ello. Dataciones actuales han situado la aparición de este astro en el mes de julio, es decir, cuatro meses después de su muerte, que coincide con el mes de su nacimiento, que, por cierto, lleva su nombre. El historiador romano Suetonio, nos informa en la biografía que dedica al personaje sobre este suceso astronómico.

     Para terminar, resulta evidente que Octavio Augusto quiso transmitir con esta moneda propaganda política como hijo adoptivo y sucesor de César. También hay otras monedas con el cometa, acuñadas en cecas de Hispania, hechas con los mismos objetivos propagandísticos. Augusto tuvo tanta suerte durante su mandato que hasta el firmamento se alió con él.

      R.R.C.

jueves, 3 de abril de 2025

ANILLO DE TUTANKAMÓN

 

     Este precioso anillo-sello de oro que perteneció al rey Tutankamón, se encuentra actualmente en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Tiene una antigüedad de más de 3300 años, cuando gobernaba la XVIII dinastía egipcia, a pesar de ello, muestra un estado de conservación admirable, aunque podemos observar que tiene señales de uso. De forma ovalada con un bisel que delimita los signos jeroglíficos, se exhiben armoniosamente distribuidos. Pasemos a ellos.

     En el centro del anillo, vemos el Nombre de Trono del faraón o Nesut-Bity, que una vez traducido al español quedaría como sigue: “El Señor de las manifestaciones es Ra” y en el antiguo Egipto sonaría: Neb-jepeu-ra, leído de abajo hacia arriba. Bien, a ambos lados del nombre real aparecen unos signos de esta bella lengua puesta por escrito, que nos indican que era el amado del dios Amón, a la vez que del dios Atón, y que estaba considerado como el Señor de la vida y de la eternidad (podemos observar una pequeña cruz ansada que cuelga del disco solar de la derecha, y que para los egipcios simbolizaba “la vida”). A ambos lados del círculo central superior (el dios Ra) aparecen dos cobras protectoras del monarca. En consecuencia, el valor simbólico y mágico de esta joya resulta innegable. Por último, en las piezas de joyería de las clases altas de la época, no solo se buscaba el equilibrio, la proporción y la estética, también se pretendía difundir un mensaje y librar a su dueño de la mala suerte.

       R.R.C.