Era costumbre en el mundo antiguo fijar algún lugar en el que había ocurrido un hecho extraordinario, que sus seguidores, con la intención de que no cayera en el olvido y ante la falta de otros medios que, podríamos denominar, más modernos, levantaran algún tipo de monumento, o tratarlo con alguna significación especial de mayor o menor envergadura, según la capacidad de los interesados para que no cayera en el olvido de las futuras generaciones. Algo así, ocurrió con la tumba del apóstol Pedro, al que Jesús mismo nombró su representante en la tierra para cuando Él no estuviera. Además, en este caso de la tumba y restos de San Pedro, la tradición, la historia, la arqueología, la epigrafía y la antropología forense van de la mano.
En época de Nerón, en la segunda mitad del
siglo I tuvo lugar una persecución cruenta contra los cristianos en Roma, en la
que se vio envuelto el propio Pedro que fue crucificado boca abajo, pues él
mismo no se consideraba digno de morir como su Señor. Ejecutado en el circo,
fue enterrado cerca en la colina Vaticana en una humilde sepultura en el suelo.
El historiador Eusebio de Cesarea (siglos III-IV), nos transmite que en el
siglo II un pequeño monumento funerario (con el objeto que ya apunté al
principio), lo destacó en su tiempo el presbítero Gaio en el siglo II. A este
pequeño monumento (edículo) se le conoce precisamente como “Trofeo de Gaio”, lo
cual dio lugar a peregrinaciones a este lugar por parte de los antiguos
cristianos.
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Trofeo de Gaio (maqueta) |
Excavaciones arqueológicas llevada a cobo
en 1939, descubrieron un gran número de tumbas paganas, pero una de ellas
presentaba ilustraciones cristianas, e incluso una pared coloreada de rojo en
la que se había levantado el Trofeo de Cayo, ya mencionado. En fin, se iba por
buen camino, pero el inconveniente era que no había restos óseos. Un hecho
afortunado permitió que Margherita Guarducci, epigrafista y arqueóloga de gran
prestigio, observara que sobre la pared del primitivo inmueble había unos
grafitis en lengua griega, que indicaban que Pedro estaba allí, especialmente
dos: “Cerca de Pedro” y “Pedro está aquí -Petros eni-”. Llegada a este punto,
fue informada que con anterioridad los trabajadores habían hallado un nicho en
la pared cubierto de mármol, y que habían sacado los huesos. Lo cual sugería
que tenían una alta probabilidad de ser las reliquias de San Pedro. Además, el
monograma que los primeros cristianos, e incluso los de hoy en día, utilizan
como señal de Pedro, es decir, una llave, que es lo que da a entender una “P” y
una “E” mayúsculas en el palo de la “P”.
En consecuencia, cuando el papa está
diciendo misa en el altar mayor de la Catedral de San Pedro, justo debajo, se
encuentra la tumba del apóstol.
R.R.C.