sábado, 27 de junio de 2015

La fecha de la Semana Santa

    
      No sé el motivo que le ha llevado al Papa Francisco a declarar hace unos días (espero que no haya sido el calor de este mes de junio), que si no se establecía una fecha fija para la Semana Santa, en cuestión de unos sesenta años terminaríamos celebrándola en el mes de agosto. Supongo, que esta afirmación atribuida al Sumo Pontífice debe ser cierta, y no una mala interpretación de la prensa, porque la he leído en diferentes medios de comunicación y todos coinciden en la misma frase. Para que esto tuviera lugar, tendría que producirse un cataclismo a escala planetaria, e incluso del sistema solar; algo no previsto por ninguna autoridad científica actual. Por otra parte, desde hace millones de años los solsticios y equinoccios vienen dándose en la misma fecha que todos conocemos, y no hay ningún indicio que nos lleve a pensar que este asunto va a cambiar.
     Entiendo, que Francisco quiera llegar a un acuerdo con las distintas iglesias ortodoxas para celebrar esta Semana de Pasión y Gloria en las mismas fechas, pero de ahí, a decir lo que ha dicho, hay un largo trecho. Ya que puede resultar curioso, que cuando los católicos celebran la resurrección del Señor, para los ortodoxos, todavía estaba predicando y ni si quiera se había dictado una orden de detención contra Él. La explicación a esta insólita situación se remonta al siglo XVI, cuando el Papa Gregorio decidió unilateralmente adelantar el calendario juliano diez días, precisamente para evitar un desfase en las estaciones. Y alguna pequeña modificación más. La Iglesia ortodoxa no aceptó esta reforma y siguió sus ritos litúrgicos celebrándolos de acuerdo al antiguo calendario, por lo que actualmente, el desfase es de once días. Así que, sus principales y más conocidas celebraciones ocurren con once días de retraso con respecto a la Iglesia católica. No obstante, hay que advertir que en todo lo demás los ortodoxos siguen nuestro calendario, que es internacional.
     El hecho de que la Semana Santa cambie de fecha todos los años, se debe a que se elige el primer domingo de luna llena después del equinoccio de primavera (que cae alrededor del 21 de marzo) cómo día de la Resurrección del Señor (Domingo de Pascua). Era la única festividad religiosa que celebraban los cristianos en los tres primeros siglos de su existencia. Fue el Concilio de Nicea en el año 325 el que estableció la fecha en que se debía celebrar la Semana Santa, tomando como referencia la Pascua judía que, como todos sabemos, conmemoró Jesús en la Última Cena, poco antes de ser detenido, martirizado y crucificado en el penúltimo día de la semana hebrea, que concluía en el Sabbat (el sábado), su jornada más señalada. A los primeros cristianos no les hubiese gustado coincidir con dicha celebración, pero les fue inevitable. Luego, el Domingo de Pascua sobreviene en un paréntesis de 35 días, entre el 22 de marzo y el 25 de abril, contados ambos.
     Por último, sin ánimo de llevar la contraria al Papa Francisco, estaría bien que todos los cristianos celebraran la semana más importante de su calendario litúrgico al mismo tiempo pero, que a la vez, conservara la estrecha relación que la vincula a la Pascua judía en la que festejaban su salida de Egipto y el fin de la esclavitud en ese país. De esta manera, no habría contradicción alguna entre tradición religiosa y rigor histórico.

       R.R.C.

sábado, 20 de junio de 2015

La tumba de Drácula

     
     Acaba de fallecer en Londres el actor británico Christopher Lee, un artista prolífico que filmó unas 250 películas y dio vida a distintos personajes; pero yo, siempre lo recordaré en el papel de Conde Drácula que tanto me impactó en mi infancia y juventud. Sencillamente, me producía terror. Me quitaba el sueño, ya que por la noche era cuando él recobraba la vida que el día le negaba, y cometía todas sus tropelías. Elegantemente vestido con su capa negra, prominentes colmillos y ojos sanguinolentos, inquietaba a cualquiera. Su enorme altura de casi dos metros (1,96 cm) colaboraba a su imagen turbadora. Todos recordamos que como muerto viviente y sin alma, no se reflejaba en los espejos, no podía soportar los ajos y retrocedía ante la presencia de la cruz, su principal enemigo. Tampoco podía soportar la luz del Sol que lo hacía volver a su tumba.
     La famosa novela publicada en 1897 por el escritor irlandés Bram Stoker, lo convirtió en el vampiro más famoso de la historia. Situó al personaje en Transilvania, en la actual Rumanía, concretamente en el precioso castillo de Bran con un entorno natural maravilloso, que sirvió al escritor de inspiración para su novela y del que hay una entrada en este blog.
    Pero el verdadero Drácula, el histórico, el que existió de verdad, se llamaba Vlad Tepes; hijo de Vlad II Dracul (dragón), nacido en 1431, en Sighișoara, Rumania, y murió, no se sabe bien cómo, batallando contra los turcos en Bucarest en 1476. Gobernó con el título de Príncipe de Valaquia Vlad Tepes III (el Empalador) Draculean (el hijo del Dragón). Simplificando: Vlad Tepes Draculean. Declarado héroe de Rumanía por el gobierno comunista de Nicolae Ceaușescu en 1976, al cumplirse el quinto centenario de su muerte.
     Vlad Tepes fue un personaje muy cruel, basó su gobierno en el terror sobre súbditos y extranjeros. El empalamiento y la tortura fue lo que habitualmente empleó para mantener el control dentro de sus dominios y atemorizar a sus adversarios. Lo primero que hizo al llegar al poder, fue eliminar físicamente a los boyardos, nobles que se oponían a él. Lo mismo hizo con ciudades que no quisieron someterse a su autoridad como Brasov o Sibiu, ejecutando por empalamiento a hombres mujeres y niños de estas localidades. Sus enemigos exteriores fueron los turcos musulmanes, aunque también se enfrentó y trató con igual dureza a cristianos ortodoxos, según conviniese a sus intereses. Su reinado, en fin, se caracterizó por la crueldad, la tortura, la guerra y la muerte, que él mismo encontró, probablemente, en el campo de batalla.
     Según la tradición, en el monasterio del lago Snagov cerca de Bucarest hay una tumba con su nombre, sin embargo, sus restos no se han encontrado allí, ya que han aparecido en su lugar restos de animales. No obstante, apareció un cadáver decapitado y con vestimentas propias de su rango al lado de su sepultura, pero se perdieron en la década de 1940.
     Ahora bien, investigadores de la Universidad de Tallín, Estonia, consideran que Vlad Tepes fue hecho prisionero por los turcos en su última batalla. Enviaron a su hija María con la familia gobernante de Nápoles con la que su padre estaba aliado. Y después de ser encarcelado por los turcos, sus parientes napolitanos habrían pagado el rescate, para pasar los últimos días de su vida con su descendiente. Esta hipótesis explicaría que en la iglesia de Santa María la Nova de esta ciudad italiana; Erika Stella, estudiante de doctorado, hallara una lápida con bajos relieves del siglo XV con toda la simbología de Vlad, o sea, su nombre estaría escrito en esta lápida simbólicamente; en donde los dragones hacen referencia a Drácula y las esfinges opuestas a la ciudad de Tebas, también conocida como Tepes. De momento, esta tumba no se ha abierto para comprobar si esta teoría está en lo cierto. Habrá que esperar. Por otra parte, en este mismo lugar, se encuentra la tumba de su hija y su yerno, según aseguran los mismos investigadores.

     R.R.C. 

domingo, 14 de junio de 2015

"TEST" DE EMBARAZO EN EL ANTIGUO EGIPTO

    
     Los Papiros de Lahun que tienen una antigüedad de 3800 años, nada menos, tratan entre otras cuestiones asuntos de ginecología y obstetricia, en los que incluyen pruebas de diagnóstico de embarazo y determinación de sexo, y un remedio contraceptivo preparado con heces de cocodrilo, miel y carbonato de sodio, en forma de supositorio vaginal, al que podríamos considerar un llamativo espermicida. ¡Y qué solo fuera eso! En otro papiro un poco posterior y que hace referencia a la diosa Hator como divinidad de la maternidad y de la fecundidad, expone un curioso test de embarazo para las mujeres sometidas a ello, que consistía en orinar durante varios días sobre dos bolsas llenas de trigo y cebada mezcladas con sal; si germinaban, la mujer estaba embarazada. Además, se podía determinar el sexo, pues si era el trigo el que brotaba tendría una niña y si era la cebada sería niño. Nada se dice sobre lo que ocurriría si florecían ambos cereales. En 1963 se llevó a cabo un experimento en un laboratorio para determinar la veracidad de esta prueba y se llegó a la sorprendente conclusión de que ofrecía una fiabilidad de un 70%. A fin de cuentas, los test de embarazo modernos se basan en una reacción química, que se produce con una hormona que desprende por la orina una mujer en estado de gestación, y el test que practicaban los antiguos egipcios también se apoyaba en una reacción de la orina con los cereales. El problema es que eran menos precisos que los análisis actuales.
    
     Otra prueba consistía (esta era un poco más salvaje), dar a la mujer que podía estar embarazada, una buena cantidad de cerveza mezclada con dátiles, y si vomitaba en numerosas ocasiones, el resultado del examen se consideraba positivo.
     
     Otra forma de averiguar el embarazo, era coger de los dedos a la interesada y apretarle con fuerza los brazos. Si su rostro tendía a ponerse verdoso es que estaba preñada.
     
     Pero la prueba más curiosa de todas, en mi opinión, se llevaba a cabo con una cebolla, que debía introducir en su vagina, y comprobar si al día siguiente su aliento olía a cebolla. Si era así, no estaba embaraza, pues si lo estuviera, su vientre se encontraría cerrado y no hubiese dejado pasar el fuerte olor de la cebolla a través de su barriga. No solo los egipcios practicaron este método; ya que el mismísimo Hipócrates, considerado el padre de la medicina moderna y el primer médico de la historia que empleaba medios más o menos razonables, también sugería este método, o sustituir la cebolla por cualquier otro vegetal que desprendiese un fuerte olor, como los ajos, por ejemplo. De paso, este test también se podía utilizar para saber si una mujer podía tener hijos. En este caso, una vez introducido el vegetal oloroso, había que esperar al próximo día para constatar el olor en su boca. Hecha la verificación, no habría impedimento alguno para que fuese una mujer fértil, pues sus conductos internos se encontraban despejados.           
    
       Por último, los egipcios no tenían en cuenta la ausencia de la menstruación para considerar un embarazo. ¡Sorprendentemente! Tampoco sabían dónde se producía el semen, mejor dicho, sí lo sabían, pensaban que era en el corazón, que estaba comunicado con las gónadas a través de dos conductos. En fin, pues eso.           
      R.R.C.

viernes, 12 de junio de 2015

EL MAYOR CALENDARIO DE MUNDO: LA PIRÁMIDE DE KUKULKÁN

    
      La pirámide maya de Kukulkán, también conocida por “El Castillo” en la llanura de Chitchén-Itzá, es mucho más reciente que las egipcias de Keops o Kefren, ya que fue construida hacia el siglo XII  de nuestra era y su tamaño es considerablemente más pequeño, pues no alcanza los treinta metros de altura, y con una base de cincuenta y cinco. La construcción simboliza un gran calendario de piedra. Tiene 9 niveles o pisos separados en el centro por una escalera, conformando así 18 terrazas (18 es el número de los meses de 20 días que formaba el año maya, a los que añadieron 5 días sobrantes considerados negativos, que se les denominaba Wayeb). La parte superior de la construcción se culmina con un pequeño templete cuadrangular que, en su momento, presentaba 5 almenaras en cada uno de sus lados, lo que hacen un total de 20 (los días del mes maya). Las cuatro escaleras tienen 91 peldaños cada una y sumando la plataforma superior nos dará 365 escalones o días del año. No contemplaban el año bisiesto de 366 días cada cuatro años como el calendario juliano, que posteriormente fue actualizado con alguna modificación por el Papa Gregorio y que es nuestro calendario actual, del que hay una entrada en este blog.
     
     Declarada recientemente una de las siete "nuevas" maravillas del mundo, el conjunto de Chichén Itzá es uno de los más importantes enclaves de la antigua civilización maya. La pirámide está en medio de una gran explanada, con lo que destaca aún más si cabe. Las escalinatas están adornadas en su base por cabezas de serpiente que simbolizan a Kukulkán (o la serpiente emplumada), y con los triángulos de luz y sombra provocados por la iluminación del sol en los equinoccios, producen la fantástica ilusión de una serpiente que está descendiendo a tierra desde la parte alta de la pirámide. Una verdadera maravilla que uno, si puede, no se debe perder.     

        R.R.C.
Nota: Foto del autor

jueves, 11 de junio de 2015

El día del orgullo gay y el Batallón Sagrado de Tebas

     
      El próximo sábado 13 de Junio se va a celebrar por las calles de Murcia, algo que ya  viene siendo habitual en otras ciudades de España y del mundo, como es el día en el que los gays se manifiestan de una manera festiva y pacífica para reivindicar sus derechos por los que tanto han luchado, y que poco a poco la sociedad occidental le va reconociendo. ¡Ya era hora! Aprovecho este acontecimiento para recordar que la más osada y temible fuerza de combate de todos los tiempos estaba compuesta por 150 parejas de amantes homosexuales, y que hasta los propios espartanos (sí, esos de la película 300) salieron corriendo cuando los vieron combatir en la batalla de Tegira, allá por el año 375 a.C., y eso que los triplicaban en número*. Me estoy refiriendo al Batallón Sagrado de Tebas. Así que, pensar que la condición de homosexual te hace más frágil, cobarde o débil; que se lo pregunten a los espartanos, entre los que también había un número considerable de esta tendencia sexual y contaron con el ejército más poderoso de su época durante décadas.
    
       Respecto a los amantes, uno era de mayor edad (el que dirigía) y el otro más joven (el instruido). Pero ¿dónde residía la fuerza de estas 150 parejas de homosexuales? Plutarco, historiador griego del siglo I nos lo explica en estas breves palabras: “Un batallón cimentado por la amistad basada en el amor nunca se romperá y es invencible; ya que los amantes, avergonzados de no ser dignos ante la vista de sus amados y los amados ante la vista de sus amantes, deseosos se arrojan al peligro para el alivio de unos y otros”. El fundador y comandante de este batallón en el siglo IV antes de J.C. se llamaba Górgidas, y sometió a todos sus componentes a una severa disciplina y a un duro entrenamiento, que no tenía nada que envidiar al que se llevaba a cabo en Esparta. Estos esfuerzos dieron su resultado, pues durante tres décadas fue la unidad de infantería más importante de toda La Hélade (Grecia), humillando el poderío de los espartanos en varias ocasiones.
    
       Al final cayeron derrotados en la batalla de Queronea que tuvo lugar en el año 338 a. C., luchando vigorosamente contra las tropas muy superiores en número del rey Filipo II de Macedonia y su hijo Alejandro Magno. En esta ocasión, todos sus compatriotas abandonaron el campo de operaciones y únicamente ellos se mantuvieron firmes, y luchando hasta el desenlace. Pagaron con sus vidas el acto más heroico: pelear no solo por tu patria sino por el compañero al que amas. El propio rey Filipo se quedó sorprendido, y prohibió a sus hombres manifestar la más pequeña crítica contra ellos bajo pena de muerte. Parece ser que no todos murieron ese día. Otra posibilidad es que la cifra que nos ofrece Plutarco de 300 soldados no es precisa, y solo sea una aproximación en cuanto a su número, como ahora veremos. No obstante, Filipo II permitió a sus paisanos que los enterrasen a todos juntos allí mismo. Los habitantes de Queronea colocaron un león de piedra, como monumento que recordase su valor en el sitio donde tuvo lugar la batalla. Descubierto hecho trozos en el siglo XIX se ha podido reconstruir; y ahora lo podemos ver sobre un pedestal de tres metros de altura en su emplazamiento original.
    
       Una excavación arqueológica realizada en 1924 descubrió en esta misma zona una tumba con 254 restos masculinos dispuestos en siete filas, es decir, la prueba material de este Batallón Sagrado de Tebas: que juntos vivieron; juntos lucharon; juntos murieron; y juntos descansaron.

*Era la primera vez que algo así ocurría: que un ejército espartano se batía en retirada frente a otro considerablemente menor. ¡Si Leónidas hubiese levantado la cabeza!

       R.R.C. 

lunes, 1 de junio de 2015

El salero de la Última Cena

     
     Según informes que proceden de la Baja Edad Media y posteriores, en la ciudad de León se guardaba el salero que se utilizó en la Última Cena, la que celebró Jesucristo con sus apóstoles en la misma noche que fue detenido. Este objeto era una escudilla (pequeña pieza ahuecada que permitiese meter los dedos para coger la sal) elaborada en calcedonia, una clase de cuarzo con vetas que le dan una gran vistosidad a esta piedra. De este mismo mineral es el cuenco del Santo Grial que se guarda en la catedral de Valencia, y que según la tradición es el que utilizó Jesús para bendecir el vino (aunque en todo caso, sería solo el mencionado cuenco, puesto que el resto de la estructura de la copa es medieval. De todas formas, no entraré ahora en este asunto). Respecto al salero, se le perdió la pista después de la entrada de las tropas napoleónicas en León, durante la guerra de la Independencia en el siglo XIX.
    
       En la famosa pintura de Leonardo da Vinci “La última cena” que podemos contemplar en el refectorio (comedor) de un convento de Milán: Judas con su brazo derecho vuelca sin querer el salero, y la sal que contenía queda derramada encima de la mesa. Constancia histórica de que esto ocurriera no tenemos, pero el hecho de que Leonardo pintara esta acción no es fortuito. Hay que recordar que Jesús les dice a sus apóstoles que ellos son la sal de la tierra, y que derramada no sirve de nada. No es casualidad que al agua bendita se le eche sal. El simbolismo de este mineral es muy importante para la religión cristiana.
    
       El producto de la sal era muy valorado en el mundo antiguo y medieval, ya que le permitía, ante la falta de otros medios como los actuales, conservar los alimentos. Los soldados romanos, por ejemplo, cobran en ocasiones su paga en este producto, e incluso en la Edad Media se usaba como medio de pago. Precisamente, la palabra salario proviene de sal. No poseerla solo te traería desgracias, al no poder garantizarte provisiones para el futuro. Su desperdicio era suicida y, hasta era lógico pensar, que derramar algo tan valioso te traería mala suerte.
     
     Con lo escrito hasta ahora, podemos entender mejor la creencia supersticiosa de que volcar el salero y derramar su contenido traería mala ventura a la persona implicada. Aunque, evidentemente, sea un acto involuntario al igual que le ocurrió a Judas. ¿Qué podemos hacer ante semejante desgracia? Hay, al menos, una solución: echar un poco de sal hacia atrás por encima del hombro izquierdo; y ¿por qué por el hombro izquierdo? Porque es justo ahí, detrás de nosotros en nuestra parte izquierda, donde se encuentra el diablo para tentarnos según una vieja tradición popular. Así que, con nuestro gesto, sin darnos cuenta, le echaríamos directamente la sal al demonio en la cara, acción que no le debe de agradar, por lo que se nos compensaría liberándonos del castigo que conlleva derramar este producto.
     
     Volviendo al principio de estas líneas, no podía ser otro comensal el autor de semejante acción. Solo podía ser Judas Iscariote, que con su traición, materializada al vender a su Maestro perdió su condición de apóstol, y al derramar el contenido del salero ya no podía ser “la sal de la tierra”, es decir, la que haría surgir el cristianismo.

Nota: debido al deterioro actual que presenta “La última cena” de Leonardo, podemos ver mejor este hecho en un mosaico del siglo XIX que reproduce esta pintura, elaborado por Giacomo Raffaelli en una iglesia de Viena. El nombre de Judas y el óvalo rojo es una indicación mía. También se puede ver que lleva la bolsa de las monedas que le pagaron por su traición en la mano, entonces no existían sobres como ahora.

        R.R.C.