jueves, 30 de mayo de 2013
miércoles, 29 de mayo de 2013
Los ushebti
Es una
palabra del antiguo Egipto que significa “los que responden”. Eran pequeñas
estatuillas que han aparecido en las tumbas y tenían la función de servir al
difunto en el Más Allá. El material empleado para elaborarlos era habitualmente
fayenza (cerámica con una terminación vidriada, muy frecuente en aquellos
tiempos), también utilizaban madera policromada y piedra, pero los más valiosos
eran de lapislázuli que importaban del actual Afganistán, de un azul intenso
salpicado de incrustaciones con pirita
dorada y al que los egipcios concedían un gran valor, siendo uno de sus
materiales preferidos, si no el que más. En cuanto a su nombre, fue cambiando
con el curso de los años, el aquí mencionado responde a la época Saíta a partir
del siglo VII antes de J.C., aunque los más antiguos se remontan al Imperio
Medio. Respecto al número de estas estatuillas que depositaban en las tumbas,
variaba en relación al período e importancia y riqueza de la persona fallecida.
En el Imperio Nuevo han aparecido enterramientos con las mismas figuras que
días tiene el año: 365, e incluso, superior a esta cifra. Se encontraron más de
cuatrocientos en la famosa tumba de Tutankamón, y más de setecientos en la del
faraón Sheti I.
Normalmente eran pequeñas esculturas-bloque
masculinas, con la inscripción ushebtis en muchos de ellos. Aparecen de pie y
momificados, con un arado o una azada y un saco en la espalda. En su parte
delantera llevaban escrito un texto en jeroglífico. En el Imperio Nuevo era
habitual el capítulo VI del Libro de los
Muertos, pues suponían que, al recitarlo, se les dotaba de vida y
trabajarían en lugar del fallecido poniéndose a su servicio. Lograron
auténticas maravillas de gran interés artístico.
Respecto al origen de esta práctica, se
plantea la posibilidad de que esté relacionada con una costumbre mucho más
primitiva y salvaje, de llevar a cabo sacrificios rituales de servidores cuando
moría la máxima autoridad, para que siguieran a su servicio en la otra vida.
Estas estatuillas los terminarían
sustituyendo (¡menos mal! Y, bienvenidas sean).R.R.C.
martes, 28 de mayo de 2013
lunes, 27 de mayo de 2013
Miguel Ángel: escultor
Miguel Ángel fue el hombre más
significativo del Renacimiento italiano. Nació en las cercanías de Florencia
(Caprese) el 6 de marzo de 1475. Vivió convencido de sus geniales cualidades y
atormentado al mismo tiempo por esta idea. Concibió el arte como el mayor
designio que Dios puede conceder al hombre, una nueva recreación humana. Se
sintió, antes que nada, escultor, aunque fue pintor y arquitecto, poeta y
científico; todo ello al más alto nivel. Pero la escultura consumió la vida y
la ambición del florentino, como lo declara en aquel famoso verso: «...no hay nada que no pueda expresarse con un
bloque de mármol...». Extraer de un montón de piedra un cuerpo humano era
la máxima ambición de Miguel Ángel. Prueba de ello es que, cuando pinta, lo
hace imitando la escultura, y sus obras pictóricas son grandes composiciones
escultóricas; cuando concibe un edificio aplica al conjunto el estudio de
proporciones del cuerpo humano y lo inflama todo con su humanismo escultórico.
Giotto, Masaccio, Donatello y Jacopo della
Quercia fueron los artistas que más impresionaron al joven Miguel Ángel. A los
catorce años comienza en la corte de Lorenzo el Magnífico, en donde realizará
una de sus primeras obras, la Madonna de la escalera (1492). Huye de
Florencia a Venecia y, en 1494 regresa a Florencia y escucha con devoción a
Savonarola.
En 1496 se traslada a Roma y esculpe la Piedad Vaticana, que acabará en 1499. La
república florentina le encarga que ejecute dos obras de gran importancia, El David, símbolo de la fe y del coraje,
y el Tondo Doni, primera pintura del
artista que ha llegado a nosotros (1503).
En 1505 el Papa Julio II le llama a Roma
para encargarle su mausoleo, tarea que le ocupará cuarenta años, aunque de
forma intermitente, pues al mismo tiempo le pide que realice las pinturas al
fresco de la bóveda de la Capilla Sixtina. En 1515 vuelve a Florencia, donde el
Papa León X le encarga la remodelación de la fachada de San Lorenzo y la
construcción de la nueva sacristía con las tumbas mediceas (1519). Después del
período negro, muerte de Rafael, saqueo de Roma (1527) y excomunión de Lutero,
Clemente VII le confía, en 1534, la decoración de la pared del fondo de la Capilla Sixtina.
Miguel Ángel sigue un sistema de trabajo
personal, pero que se aproxima a las ideas de Leonardo. Se separa de los
métodos matemáticos de Alberti. Según Vasari dijo «Es necesario tener el compás en el ojo y no en la mano, porque las
manos trabajan y los ojos juzgan». Realiza un estudio profundo de la
escultura griega, pero se enfrentaba siempre directamente al bloque de mármol,
a partir de su visión interior de la figura. Su dominio técnico es perfecto, de
ahí el sobrenombre de "divino".
MANUAL DE HISTORIA DEL ARTE
domingo, 26 de mayo de 2013
CARACTERÍSTICAS DE LA ARQUITECTURA ISLÁMICA
Lo esencial del arte musulmán
radica en la arquitectura y la ornamentación de la misma. Los materiales más
usados son el ladrillo, la madera y el yeso, utilizando en menor medida la
piedra, debido a que este material precisaba una costosa extracción y labrado.
Sus edificios más significativos son las mezquitas y los palacios, que son poco elevados, buscando, sin embargo una gran extensión
superficial, por lo que sus elementos sustentantes no precisan ser de gran
resistencia. Por ello, los arcos y las cúpulas tienen en general un sentido decorativo, es decir, son falsos
arcos y falsas cúpulas.
Como
elementos de sostén se usan pilares y columnas, principalmente estas últimas.
Son generalmente delgadas, puesto que las techumbres pesan poco. Los capiteles
pertenecen a varios tipos: el de decoración vegetal, que deriva del corintio, tomado de Roma y Bizancio, el
capitel cúbico, el de estalactitas (motivos colgantes, a modo
de panal de abejas) y el de pliegues
o abanicos, etc.
Utilizan
diversas clases de arcos:
a)
El arco de herradura, uno de los más
característicos, es de origen visigótico, pero, mientras este cierra el peralte
un tercio de radio, el musulmán lo cierra la mitad del radio. Paralelamente a
este proceso tiene lugar el del descentramiento del trasdós, que deja de ser
paralelo al intradós, y por tanto resulta más estrecho en los salmeres que en
la clave. Además, las dovelas, desde el salmer hasta la línea del medio punto
aparecen enjarjadas, es decir, son paralelas entre sí y no radiales. El arco de herradura apuntado, también
llamado túmido, es de origen
oriental y se engendra al cruzarse dos arcos de herradura.
b)
El arco lobulado, o polilobulado, se utiliza ya en Córdoba
durante el siglo X, en la reforma que practica Alhaquen II en la Mezquita, y se
caracteriza por la aparición de un número impar de lóbulos (pequeños arcos de
herradura): uno de ellos corresponde a la clave del arco. Los hay de tres,
cinco, nueve, once e incluso de veintiún lóbulos.
c)
Los arcos cruzados se determinan al
asociarse varios en forma secante y son muy frecuentes en la Mezquita de
Córdoba, en las reformas del siglo X. El enlace y entrecruzado de arcos son a
un tiempo soluciones arquitectónicas y decorativas de gran importancia para el
desarrollo del arte hispano-musulmán.
En
el siglo IX aparece el arco de mocárabes.
También figuran en el repertorio musulmán el arco de medio punto, el peraltado
y el mixtilíneo. Como complemento del arco hay que resaltar el uso del alfiz, moldura que lo enmarca,
llamándose albanega al espacio
comprendido entre el arco y el alfiz.
Para
cubrir el edificio se emplea mucho la cúpula,
pero son cúpulas de modestas dimensiones y de función constructiva enmascarada.
La bóveda se usa en sus más variadas
formas: semiesférica, de cañón, de cañón apuntado, de arcos cruzados,
típicamente española, cuyos arcos generalmente dejan en el centro un espacio
libre, donde se coloca una cúpula gallonada, etc.
En
cuanto a los aspectos decorativos,
hay que destacar su riqueza: en la arquitectura no se usan motivos animales ni
humanos. Son frecuentes los temas vegetales estilizados (ataurique), especialmente las ramas de palmera. Abundan también las
composiciones geométricas, formando
lazos (lacería). En combinación con
ellos suele aparecer la decoración epigráfica,
formada por inscripciones religiosas (procedentes del Corán) o por versos, en
los que se utilizan trazos rectos (cúficos)
y cursivos (nesjies). En la época
almohade aparece la decoración de sebka,
con rombos entrecruzados. Desde el punto
de vista decorativo también tiene una gran importancia el mosaico, cuya técnica copian de los bizantinos. Se emplean cubos
de colores púrpura, amarillo, verde claro, azul, blanco y negro.
MANUAL
DE HISTORIA DEL ARTE
NOTA: Imagen y esquema obtenidos de Internet
sábado, 25 de mayo de 2013
El derecho de ultimogenitura en el Antiguo Testamento
Esaú cambiando su herencia por un plato de lentejas a Jacob |
El antropólogo británico J.G. Frazer, ya mencionado por mí en otras entradas de este blog, plantea la hipótesis de que en los períodos más antiguos de la historia del pueblo de Israel, estaba instalada la costumbre de que el menor de los hermanos heredase cuando moría el padre las posesiones de éste, y no el mayor como ocurría más adelante, es decir, que el derecho que podríamos denominar de ultimogenitura fue previo al de primogenitura. Más tarde, cuando se puso por escrito la historia de épocas más antiguas, la ultimogenitura ya había desaparecido y los narradores no alcanzaban a entender que esa situación, que ya no se llevaba, hubiese existido con anterioridad, y tuvieron que buscar toda una serie de estratagemas y rodeos para poderla explicar, o en su caso justificar.
Tras el estudio
que realiza nuestro autor de diversas tribus de Asia y de África y su
comportamiento con respecto a este derecho, se siente autorizado a concluir que esta práctica es compatible tanto con la vida de un pueblo sedentario y
agrícola, como con la de un pueblo de pastores, aunque es más propia de los
primeros. Su razonamiento es como sigue: “a medida que crecen los hijos de una
familia van abandonado el techo paterno y abriendo en la jungla o en los
bosques campos nuevos para el cultivo, hasta que por fin sólo queda con los
padres en la casa familiar el más joven de los hijos; él es, por consiguiente,
el báculo natural de los padres y el que los cuida en su vejez. Esa parece ser
la explicación más natural y sencilla de la costumbre de la ultimogenitura (…).
La norma resulta así natural y justa si el hijo más joven es el único que vive
en casa de los padres a la muerte de éstos”.
La explicación
anterior también nos serviría para entender la costumbre de los antiguos
hebreos, y las razones por las cuales siguieron existiendo trazas de
ultimogenitura mucho tiempo después de
haber sustituido ésta por la primogenitura, cuando dejaron la vida nómada de
pastores por tierras desérticas, por la vida sedentaria de agricultores en
Palestina. De ahí que el escritor bíblico quedase sorprendido cuando observó
esta vieja práctica ya en desuso.
El historiador y
folclorista australiano, fallecido hace ya casi cien años, Joseph Jacobs confirma que en virtud de una antigua ley judía, el hijo más joven (en este
caso se refiere al patriarca Jacob) tenía derecho a la herencia paterna, y que
la estratagema y demás engaños empleados para hacerse con ella es una glosa
añadida por el escritor bíblico, para poder justificar una transacción que no
comprendía y, que de alguna manera, había que justificar. Con esta explicación,
J. Jacobs trataba de limpiar la dudosa conducta que sigue el antiguo patriarca
de Israel para arrebatar la herencia a su hermano mayor.
Si hacemos un
breve repaso a esta tradición en el Antiguo Testamento, podemos observar que
ocurre en diversas ocasiones. Veamos:
Para empezar,
dejar claro que si Jacob suplanta a su hermano mayor Esaú en la bendición de
su padre, y después le arrebata la herencia a cambio de un plato de lentejas aprovechando un momento de debilidad de su
hermano, no hizo otra cosa que defender un derecho del que todavía, al menos, quedaba
algo: el de ultimogenitura. Por otra parte, siguió el ejemplo de su padre
Isaac, que era uno los hijos menores de Abraham y pasó por delante de Ismael,
que era su hermano mayor. Jacob también aplicó esta norma a sus hijos y nietos.
En primer lugar, la misma Biblia dice que prefería a José, el penúltimo de sus
hijos, si es que no era el menor y Benjamín fue una añadidura posterior. Más
adelante, cuando Jacob bendice a sus dos nietos, hijos de José, mostró
preferencia por Efraím, el más joven, frente al mayor Manasés. Así que, un
defensor de Jacob lo tiene fácil, toda su vida tuvo una conducta similar y
mostró una gran coherencia en su preferencia por los más jóvenes.
El que siglos más
tarde fue el rey David, también era el hijo más joven de su padre y, sabiéndolo
el profeta Samuel, lo bendijo y lo nombro sucesor en vida del rey Saul (que no
era su progenitor, y que tenía otro hijo que hubiese podido sucederle). Y aún
más, David era el menor de dos mellizos.
¿Y qué hizo el
rey David? Legar la corona a Salomón, uno de sus hijos menores, apartando de
ella a Adonías, mayor que su hermano y que la reclamaba en herencia.
.
R.R.C.
viernes, 24 de mayo de 2013
El haram de la Mezquita de Córdoba
El haram (espacio en donde los
fieles se reúnen para la oración) de la mezquita de Córdoba es una gran sala
rectangular construida en épocas diferentes: en la de Abderramán I, Abderramán
II, Alhaquem II y Almanzor, que
abarcarían los siglos del VIII al X. En conjunto consta de 514 columnas. La
inspiración en el acueducto romano de Los Milagros de Mérida es evidente, como
podemos comprobar en la magnífica combinación de la piedra y el ladrillo que le
dan esa bicromía tan característica e impactante de esta obra. Su plan responde
al modelo de mezquita de columnas, como la de Damasco, que tan bien se adapta
al modo de rezo musulmán situados en filas.
Los arquitectos de Abderramán I aprovecharon las columnas de
la primitiva iglesia visigoda de san Vicente para separar las once naves del
haram primitivo: son 110 columnas desiguales, pero de características
similares: de mármol o de granito, de unos 4'20 metros de altura, descansan
sobre basas que difieren en el tipo de moldura y en altura, por lo que
sobresalen más o menos del pavimento. Sus fustes tienen un diámetro que varía
entre 18 y 22 centímetros; unos lisos y otros con estrías verticales o en
espiral. El collarino está labrado con el fuste.
Pero como a estas columnas le faltaba longitud para proporcionar la altura y luminosidad adecuada a una sala de tal dimensión, se recurre a la siguiente solución: sobre los capiteles de las columnas se colocan cimacios de planta cuadrada con volutas enrolladas sobre sí mismas que se conocen como «modillones de rollo». El número de rollo varía en función de la altura de las columnas y cimacios hasta lograr un nivel uniforme para el arranque de los arcos.
Pero como a estas columnas le faltaba longitud para proporcionar la altura y luminosidad adecuada a una sala de tal dimensión, se recurre a la siguiente solución: sobre los capiteles de las columnas se colocan cimacios de planta cuadrada con volutas enrolladas sobre sí mismas que se conocen como «modillones de rollo». El número de rollo varía en función de la altura de las columnas y cimacios hasta lograr un nivel uniforme para el arranque de los arcos.
Estos pilares se enlazan entre sí por
arcos de medio punto en la parte superior y de herradura en la parte media. Los
arcos de herradura arrancan de los mismos cimacios que sirven de soporte a los
pilares y sus primeras dovelas están labradas en los sillares de éstos,
enjarjadas en ellos. El peralte que presentan estos arcos es el del visigodo,
un tercio del radio. Sobre los arcos de medio punto descansa la techumbre del
edificio, techo que se cree que era horizontal formado por tableros de madera
sobre vigas transversales respecto a las naves.
Mediante la superposición de soportes y de
doble arquería, se consigue una altura de 8'60 metros y además, los arcos inferiores
sirven de entibo, impidiendo el desplazamiento lateral de las columnas. La
segunda arquería que queda al aire logra desde el punto de vista estético una
sensación dinámica, ligera y luminosa; a ello contribuye también la bicromía de
las dovelas (blanco y rojo).
En las sucesivas ampliaciones se mantendrá
la organización interior: Abderramán II alargó en siete tramos el haram , construyó el nuevo mihrab, levantó el minarete y completó
las portadas exteriores con puertas de herradura con alfiz. Alhaquem II añade
doce tramos más, conservando el mihrab,
pero enriqueciéndolo con mosaicos de origen bizantino y realizando la maqsura. Para iluminarla añadió cuatro
cuerpos de ventanas coronados por cúpulas, uno en el centro y tres delante de
la maqsura. Para sustentar las
cúpulas sin poner obstáculos en la mágica visión del bosque de columnas, se
perfeccionó el sistema de arquerías del edificio original: dos columnas
superpuestas eran flanqueadas por tres hileras de arcos lobulados entrelazados
que aseguraban la estabilidad; Los arcos lobulados utilizados aquí estaban
prácticamente cegados por tracerías complicadas y vistosas que filtraban la luz
como si fueran exquisitas celosías. Las cúpulas se levantaron sobre arcos que
se entrecruzan formando polígonos estrellados; entre los nervios de las cúpulas
se emplazaron las ventanas. Almanzor añadió ocho naves más, descentrando el mihrab. Con esta ampliación se logra la
planta definitiva de 19 naves.
En 1238, tras la conquista de Córdoba por
las tropas cristianas, se convierte en catedral cristiana. Pero no fue hasta el
siglo XVI, cuando se ordenó la construcción de una catedral justo en su centro,
para lo cual, se tuvieron que retirar más de sesenta columnas.
R.R.C.
martes, 21 de mayo de 2013
La batalla de las Termópilas
Han pasado 2500
años y todavía conmueve a muchos el recuerdo de unos pocos que dieron la vida
por su pueblo, su cultura; y sin saberlo, también por la nuestra.
Corría el verano
del año 480 a. de J.C. cuando 300
espartanos, al mando de Leónidas I, su Rey, se dirigieron al desfiladero de las
Termópilas para hacer frente al mayor ejército del mundo compuesto por 200.000
hombres como mínimo, que secaban los ríos al pasar, (según alguna fuente) con
su “Rey de Reyes” a la cabeza, hijo de Darío, que ya fracasó en su intento de
conquistar La Hélade unos años antes. Tanto Jerjes, como alguno de sus
generales, ardían de venganza contra los griegos por su rotundo fracaso en
Maratón. El que le esperaba ahora no iba a ser menor que éste, gracias a dos
hombres excepcionales que unieron sus fuerzas en estos decisivos momentos:
Temístocles, arconte de Atenas y Leónidas rey de Esparta. Mientras el primero
los derrotó en la batalla naval de Salamina, Leónidas los retuvo el tiempo
suficiente en las Termópilas, lo que permitió la reorganización del ejército
griego para poder derrotar a Jerjes y liberarse del yugo persa.
La cultura
occidental surgió en Grecia, la continuaron los romanos y la extendieron por
todo el Mediterráneo, se volvió a retomar en Florencia, en la ciudad donde
surgió el Renacimiento, que junto a la tradición judeo-cristiana que ya
impregnó el Imperio romano, son la base del mundo occidental actual.
En las Termópilas
combatieron los trescientos espartiatas al mando de Leónidas. Las bajas que
provocaron en el ejército persa fueron cuantiosísimas: más de 20.000. En
algunos combates participaron bajo las órdenes del general espartano hoplitas
(soldados) de otras polis griegas: 700 tespianos, que fallecieron todos, y unos
400 tebanos, que los que no perecieron se rindieron a los persas y fueron
marcados como esclavos. Casi todos cayeron luchando, incluido Leónidas. Los pocos que quedaron fueron
reducidos por los arqueros persas.
La traición no
faltó en esta gesta heroica, un pastor de la zona llamado Efialtes (que significa pesadilla) informó al Rey persa de la existencia de una vereda por la que podían
pasar las tropas y rodear a los defensores del paso, como así ocurrió. Las
Termópilas se perdieron, pero ganaron la guerra, su misión ya la habían
cumplido.
La defensa del
estrecho, y especialmente el comportamiento de Leónidas y los trescientos
espartanos de su guardia personal, ha sido un hito en la historia de Occidente que, sin duda, hubiera sido de otra manera sin la determinación que mostraron
estos pocos hombres en defender sus leyes, y al final las nuestras, como reza
una pequeña lápida escrita por Simónides de Ceos. Para entender mejor esta
actitud, basta recordar unas palabras de Tirteo, considerado el poeta nacional
de Esparta, de cómo un espartano debía afrontar el combate: “No habrá respeto
ni consideración en la guerra para el hombre que no es capaz de soportar la
sangre y la muerte, pues batirse cara a cara es la excelencia, el mayor trofeo
para los jóvenes y aguerridos”.
El cine ha
llevado esta gesta a las pantallas. En
1962, “Los Trescientos Espartanos” narra
los hechos acaecidos entonces con cierto rigor
histórico (aunque el desfiladero no aparece por ningún lado). En el 2007
aparece otro filme “300” con un estilo y
una puesta en escena totalmente distinto al anterior, con imágenes que cabrían
perfectamente en películas como “La
Guerra de las Galaxias”, o “El Señor de
Los Anillos”. Al igual que en la primera, se rinde un merecido homenaje a los héroes
espartanos, al margen de otras consideraciones, que sin duda se podrían hacer y
en las que no entraré.
Fue una suerte
para las polis griegas y para la cultura occidental en general, que en esos
momentos tan delicados coincidieran el hábil Temístocles en Atenas y el
valiente Leónidas en Esparta, pues la conjunción de ambas virtudes se hicieron
necesarias para el triunfo de la razón sobre la barbarie.
La fuente
histórica más importante que informa sobre el acontecimiento es el Libro VII de
Historia de Herodoto del siglo V a. de J.C., al que podríamos añadir el Libro
IX de la Biblioteca histórica de Diodoro de Sicilia del s. I a. de J.C. Por
último, Paul Cartledge, profesor de Historia
Griega de la Universidad de Cambridge, ante el éxito de la película de
Zack Zinder de 2007 ya mencionada, publicó un ameno e
interesante libro llamado “Termópilas. La Batalla que cambió el Mundo”.
Nota: famoso lienzo de “Leónidas en las Termópilas” del pintor
neoclásico francés J.L. David, expuesto en el Museo del Louvre de París.
R.R.C.
domingo, 19 de mayo de 2013
LAS VANGUARDIAS HISTÓRICAS
Se denominan vanguardias
históricas a un conjunto de movimientos artísticos de principios del siglo XX,
que han estado al frente de la renovación del lenguaje y la producción
artística, con una cambio radical en las formas y contenidos que parten de una reflexión autónoma sobre el
propio concepto de arte. Estas vanguardias históricas se han expresado a través de distintos
movimientos que, desde planteamientos estéticos
divergentes, abordan la
renovación del arte y la función social de éste. Las vanguardias desarrollan
recursos que cuestionan, distorsionan y renuevan los lenguajes, modos y
estructuras más aceptados de
representación y expresión artística.
Una
mayor o menor actitud provocadora es una de las características visibles de las
vanguardias históricas, Se publican distintos Manifiestos en los que se hace un critica, a veces
muy dura y exacerbada, de todo lo
producido anteriormente. Lo anterior,
desde el punto de vista artístico, se desecha por desfasado; al mismo
tiempo que se reivindica lo original, lo lúdico, el desafío a los modelos y valores existentes
hasta el momento.
Surgen
diferentes movimientos vanguardistas con variados fundamentos estéticos, aunque
con denominadores comunes como la lucha contra las tradiciones procurando el
ejercicio de la libertad individual y la innovación. También un deseo hacia la
audacia y libertad de la forma y, por supuesto, el carácter experimental y la
rapidez con que se suceden las propuestas unas tras otras. Se expresa la
violencia y la agresividad violentando las formas y utilizando colores fuertes
y se realizan diseños geométricos y la visión simultánea de varias
configuraciones de un objeto. En la pintura va a ocurrir una huida del arte
figurativo suprimiendo el realismo y la
personificación.
Estos
movimientos artísticos renovadores, se denominan expresionismo, cubismo, futurismo, dadaísmo surrealismo, etc., Las
vanguardias históricas se gestan en torno a 1910 y su desarrollo alcanza hasta
el final del período de entreguerras. Se produjeron en Europa en las primeras décadas del siglo XX,
desde donde se extendieron al resto de los continentes, principalmente
hacia América.
La
característica primordial del vanguardismo es la total libertad expresiva que
se manifiesta alterando la estructura de las obras, abordando temas tabú, no trabajados antes y desordenando los
parámetros y lenguajes creativos. En
arquitectura se desecha la simetría para dar paso a la asimetría; en pintura se
rompe con las líneas, las formas, los colores neutros y la perspectiva.
Peter Bürger, uno de los teóricos más influyentes sobre el arte
vanguardista, en su reconocida obra “Teoría de la
vanguardia”, explica que el empleo del concepto “obra de arte”,
referido a los productos de vanguardia, plantea algunos problemas. Bürger
distingue como "auténticas" vanguardias, a aquellos movimientos que
orientaron su confrontación hacia la institución arte y la dimensión política
del accionar artístico en la sociedad; y concentraron sus innovaciones en la
búsqueda de nuevas funciones y relaciones de poder.
Para el escritor y crítico de arte Mario de Micheli, buscar una
explicación a las vanguardias artísticas europeas investigando sólo acerca de
las mutaciones del gusto es una empresa condenada al fracaso. El arte
vanguardista nos informa acerca de formas individuales de rebeldía ante el
gusto artístico vigente. Su experimentación se basa muchas veces en lenguajes exclusivos,
descontextualizados o emancipados con respecto a lo que determina la
conservación de la cultura establecida y el servicio a las instituciones
MANUAL DE HISTORIA DEL ARTE
El Patio de los Leones de la Alhambra
El monumento más importante de época Nazarí en la
España musulmana es la Alhambra de Granada, comenzado a construir por Mohamed I
sobre una pequeña fortaleza que ya existía en el siglo IX. Presenta una planta
irregular y su recorrido se parece mucho a un laberinto (para visitarla es
aconsejable ir acompañado por una persona que ya la conozca), por consiguiente,
es fácil despistarse por allí, repetir estancias y olvidarse otras. El núcleo
principal del palacio se construyó en el siglo XIV empleándose materiales
pobres en general, y de ahí la necesidad de su recubrimiento. Incluso en algunos
lugares se llega a un verdadero horror vacui.
El Patio
de los Leones es el segundo patio de la Alhambra en cuanto al tamaño, pero es
el más famoso y decorado, y en torno a él se estructuraba la zona del harem. Lo
construye Mohamed V a fines del siglo XIV y principios del XV. Es un patio de
forma rectangular con pórticos en los cuatro frentes. En los más estrechos
avanza un pórtico sostenido por columnas múltiples que son genuinas del estilo
nazarita: de fuste cilíndrico y muy fino, sostenido por una basa con escocia.
En su parte superior posee numerosas anillas o collarines, mientras que el
capitel consta de un cuerpo cilíndrico y otro paralelepípedo, cubierto con decoración
vegetal de tallos alargados, parecida a la que encontramos en el ataurique de
yesería. Se les suele denominar columnas de galgo.
El efecto
de luz y perspectiva da un inigualable encanto a este recinto, una de las
mejores obras de la arquitectura española de todos los tiempos. Todos los
soportes son de dintel y los arcos solo cuelgan como una decoración de yeso y
estuco polícromo que convierte la arquitectura en sueño de estalactitas
mitológicas.
En el
centro del patio hay una fuente de mármol blanco, sostenida por unas esculturas
con doce leones, de ejecución antinaturalista. Destaca la decoración epigráfica
en el reborde de la fuente, que recoge unos versos amorosos. De la misma surgen
cuatro canalillos que simbolizan los cuatro ríos del Paraíso: leche, miel, agua
y vino (que no embriaga).
Quién
tenga oportunidad de ir a Granada que no se olvide de darse una vuelta por la
Alhambra, es uno de los palacios más bellos de su tiempo. ¡Ah! y no salga de
ella sin ver el Patio de los Leones. Seguro que le encantará.
Manuales de Arte. Adaptado por R.R.C.
sábado, 18 de mayo de 2013
La koré
Las korai o esculturas femeninas,
aparecen vestidas, envueltas en una larga y ceñida túnica (chiton), encima de la
cual hay un ancho manto (himation) o un corto chal (peplos).
Estas prendas forman infinidad de pliegues, dispuestos en paralelo, en zigzag o
en abanico y más adelante el tejido de sus ropas se irá ajustando con mayor
naturalidad al cuerpo. Suelen tener una mano libre y la otra la llevan a la
cadera, con la que se levantan coquetamente el vestido. Algunas portan en la
cabeza un cesto. En el rostro prende la misma sonrisa arcaica y ojos
almendrados que en los kuroi y el pelo cae en largas trenzas dispuestas en
zigzag, y al igual que su paralelo masculino el kuros, manifiesta una gran influencia de la
escultura egipcia.
Estas
esculturas evolucionan también con el tiempo. En las más antiguas, de estilo
dórico, el cuerpo casi se reduce a un tablero de mármol, con un leve
estrechamiento a la altura de las caderas y ligero abultamiento en la parte del
pecho. Su cabellera está formada por rígidas guedejas y un rehundimiento en la
parte inferior nos deja ver sus pies. Tales son las características del exvoto de Nicandra, del museo de
Delfos, y la llamada Dama de Auxerre,
en el Louvre. Estas esculturas de la época dórica se distinguen además por el
uso del peplo.
Otras
veces es la forma cilíndrica del tronco del árbol en que se labraba el antiguo
xóanon la que toma el cuerpo humano. El ejemplo más bello de este tipo, y que delata
ya un sentido del cuerpo humano muy progresivo, es la Hera de Samos, del museo del Louvre, que viste chitón e himation.
Data de la primera mitad del siglo VI y pertenecen al estilo jónico.
Manuales de Arte. Adaptado por R.R.C.
viernes, 17 de mayo de 2013
El kuros
Los kuroi conservados y que
durante bastante tiempo se consideraron Apolos, hasta el punto de que todavía
se les conoce con ese nombre, deben su existencia a la costumbre griega de
levantar estatuas en memoria de los atletas que vencen en los juegos. Su origen se remonta a las primitivas imágenes de madera que tenían un carácter votivo y que no han llegado hasta nosotros, en plural se les denomina xoana. Son ante todo el tipo escultórico que crearon los griegos para representar el ideal de belleza masculina. Obedecen
a la ley de la frontalidad, y como
las esculturas egipcias que les sirven de modelo, conservan durante mucho
tiempo los brazos extendidos, rígidos y unidos al cuerpo, y los hombros
elevados y muy horizontales. Su actitud más corriente es la de marcha avanzando
la pierna izquierda.
Según
esta ley, el cuerpo queda dividido en dos mitades simétricas, pero libres en
sus movimientos. Brazos y piernas pueden estar en distinto plano, pero sin
quebrantar la simetría desde el frente. La plena desnudez de las estatuas facilita
la aplicación de la ley, ya que con vestido hubiera sido muy difícil lograr una
estricta simetría de los pliegues.
En
este período arcaico se mantiene el concepto de estatua-bloque, creado en Egipto. Sus facciones se ajustan con
acierto a las medidas ciclópeas con que la figura nace: ojos prominentes,
apenas hundidos en las cuencas; orejas de forma irreal, pero muy decorativa; el
pelo es una masa compacta surcada por líneas geométricas muy superficiales que
caen sobre la espalda y corona la frente con un corto flequillo de bucles
acaracolados. En ocasiones la boca se representa con una línea recta, pero, con
mayor frecuencia se dobla hacia arriba en una sonrisa, la llamada sonrisa arcaica.
Aunque
estos kuroi representan a personajes reales, pues son imágenes que se ofrecen
por un favor recibido, es inútil buscar rasgos personales del sujeto, ya que
este tipo de fabricación se efectuaba en serie, con arreglo a convencionalismos
fijos. Suele constar en una inscripción el nombre del personaje que encarnan.
Ejemplos
de kuros: Cleobis y Biton, de hacia
el año 600, del museo de Delfos, obra firmada por Polymedes de Argos. El llamado Apolo
de Ptoi, del museo de Atenas, es de mediados del siglo VI. El Apolo de Tenea, es unos veinte años anterior. Ambos tienen los brazos caídos y
unidos al cuerpo. El Apolo de Piombino dobla ya sus brazos para
entregar la ofrenda, si bien continúa apoyando ambos pies en tierra. A veces el
kuros aparece representado con un carnero o becerro sobre los hombros -moscóforo-, es decir, probablemente en
el momento de acudir al sacrificio.
La
evolución de estatuas de kuroi durante los siglos VII y VI se manifiesta en el
conocimiento cada vez más perfecto de la anatomía, en el modelado cada vez más
rico, en la expresión más natural del rostro y en la menor angulosidad en la
interpretación del cabello. En cuanto a la forma de la cabellera, hasta
mediados del siglo VI los rizos caen hacia adelante, encuadrando el rostro;
después descienden sobre las espaldas, y terminan, por último, prendidos por
una cinta en la nuca y formando trenzas que coronan el rostro.
Manuales de Arte. Adaptado por R.R.C.
Teatro de Epidauro
Asclepio es el dios griego de la medicina, el que sana, el que cura. Le hicieron un santuario en el lugar donde nació: en Epidauro. Enfermos de toda la Hélade acudían especialmente a este santuario, pues tenía otros repartidos por distintas ciudades de Grecia, implorando su ayuda para curar sus enfermedades. Se solían encerrar durante toda la noche cerca de una cámara donde se custodiaba la estatua del dios. Luego manifestaban que Asclepio se les había aparecido en sueños y como consecuencia de ello quedaban curados. Una especie de milagro. Como la gente acudía en masa a este lugar, era lógico que apareciesen otros edificios, e incluso otros negocios para aprovechar la avalancha. Entre los primeros apareció un teatro, el más conocido del mundo griego: por su tamaño, por su belleza y en la actualidad por su buena conservación. Enclavado en medio de un paisaje natural espectacular; rodeado de montañas, mar y cielo. Aquí resonaron los grandes trágicos de Grecia: Esquilo, Sófocles y Eurípides entre los más significativos.
Los griegos crean el teatro, tanto en su manifestación literaria como en el edificio destinado a su representación. El teatro griego consta de la escena, la orchestra y el graderío o koilon ultrasemicircular para el público. La escena no tiene aún la importancia que adquiere en su versión romana y suele encontrarse a nivel de tierra. La orchestra, de planta circular, es la parte dedicada al coro, y tiene en su centro el altar de Dionisos, en cuyo honor se celebra la fiesta.
De todos los teatros griegos destaca el teatro de Epidauro, construido a mediados del siglo IV por el arquitecto Policleto el Joven, y con un aforo de unos 15.000 espectadores. Perfectamente integrado en el paisaje, aprovechó la inclinación de la colina para construir su graderío, que forma un enorme semicírculo de 120 metros de diámetro y 24 m de desnivel, dividido en dos zonas, alta y baja, por una galería central.
Desde la orchestra circular que constituye el núcleo del teatro, parten trece escaleras, que dividen como radios la zona inferior en doce sectores. Esta división se duplica teóricamente en la zona alta por medio de 23 escaleras.
Las vías de acceso eran los dos corredores, párodoi, que separaban los extremos del koilon de la escena. La forma de esta última, e incluso su papel, es problemática, pero probablemente era ya en su origen una construcción alta, con un frente de pilastras y columnas jónicas adosadas a ellas y dos alas salientes, los paraskenia, que cerraban sus flancos.
Aunque el resultado es aparentemente simétrico, para lograr esta perfección visual fueron necesarias sutiles variaciones geométricas y numéricas. Así, se pueden detectar pequeñas diferencias en la anchura de los sectores o en la curvatura de las gradas del semicírculo, que se abren imperceptiblemente en los bordes de la cávea.
El teatro ofrece una acústica inmejorable. Desde la fila más alejada se puede oír perfectamente lo que se dice en el escenario; la vista, además, es magnífica desde cualquier asiento del teatro.
Estuvo desaparecido hasta finales del siglo XIX y fue un viajero inglés el que reveló el plano de las ruinas. Precisamente fue en este mismo lugar donde se proclamó la independencia de Grecia en 1822.
MANUAL DE HISTORIA DEL ARTE
Las Materias primas en España
Se considera
materia prima al material en bruto de origen mineral, animal o vegetal que será
transformado en las industrias para producir un producto elaborado o
semielaborado.
1.
Materias primas
minerales. La producción de
materias primas minerales en España hoy no es muy importante, ya que, en
general, los yacimientos son de baja calidad, con discontinuidad en los
filones, a mucha profundidad; por lo que hay que importar muchos de ellos,
teniendo como consecuencia una balanza comercial deficitaria. Podemos clasificarlos
en :
v
Minerales
energéticos: son el carbón, los hidrocarburos y el uranio; su producción es insuficiente
salvo la de uranio que nos cubre la demanda nacional con importantes
yacimientos en Badajoz y Salamanca.
v
Minerales
metálicos: han sido los minerales más importantes de la explotación minera
española tradicional. Destacan el hierro, cobre, cinc, cromo, estaño, bauxita,
plomo, mercurio, níquel, titanio, oro, plata...Proceden de las zonas más
mineralizadas del zócalo herciniano y de sus rebordes montañosos, y aunque
tenemos una producción variada, seguimos importando de la mayoría de ellos (no
importamos de mercurio, cinc, plomo)
v
Minerales
no metálicos: existe una variada producción que normalmente genera
excedentes. Entre los más destacados se pueden señalar la arcilla, flúor,
feldespato, caolín, sales... (muchos de ellos se emplean para industrias
químicas y de farmacia). Se localizan en
el litoral mediterráneo, depresión del Ebro, Cantabria.
v
Productos
de cantera: son muy variados y podemos incluir aquí los mármoles (son un
producto deficitario), calizas, granitos, pizarras, yesos. Se localizan en
Andalucía, Galicia, Cataluña, Valencia y Castilla León.
2.
Materias primas
de origen vegetal. Son la madera (para la industria papelera y del mueble),
algodón y lino (para la industria textil), todas ellas deficitarias por lo que
debemos importar un porcentaje elevado de nuestro consumo. También podemos
incluir en este grupo de materias primas los productos hortofrutícolas de la
industria agroalimentaria.
3.
Materias primas
de origen animal. Son la lana (para la industria textil y somos
autosuficientes), el cuero, la leche de la que se obtiene la caseína que se
utiliza para industrias químicas (de ambas importamos), pescado (industria
alimentaria).
MANUAL DE GEOGRAFÍA
Templo de Atenea Nike
Es otra obra maestra del orden
jónico. Dedicado a Atenea Nike, fue
trazado por Calícrates, que ya había colaborado en el Partenón y construido entre el 427 y el 424 a.C., a la entrada de
la Acrópolis, inmediatamente después de los propileos o puertas. Vulgarmente se
le conocía también con el nombre de templo de la Nike Aptera, o Victoria sin
alas, por la estatua de Atenea que en él tenía asilo. Es de reducidas dimensiones, 8'27 m. de largo
por 5'44 m. de ancho y 4 m. de altura. Conmemora la victoria de los atenienses sobre
el ejército persa en la trascendental batalla de Salamina a mediados del siglo
V antes de Cristo, aunque las obras comenzaron unos treinta años después por
orden de Pericles, gobernador de Atenas y una vez iniciadas las guerras del Peloponeso,
que enfrentarán a espartanos y atenienses además de otras polis partidarias de
uno u otro bando.
Orientado hacia el este, por
donde sale el Sol -símbolo divino-, ocupa un lugar estratégico en la disposición
de la Acrópolis. Así, al entrar en el gran recinto por la Via Sacra, este
edificio es el primero que se observa si dirigimos nuestra mirada a la derecha,
y su presencia inspira solemnidad al visitante. Tetrástilo (cuatro columnas en
la fachada), anfipróstilo (columnas en ambas fachadas: principal y posterior) de
orden jónico, es decir, columnas con basa, fuste estriado y capitel decorado
con volutas que imitan la caída de los cabellos rizados femeninos y que se
enrollan suavemente sobre el fuste. El entablamento está compuesto de un
arquitrabe con tres franjas que aumentan de tamaño a medida que se superponen
la una sobre la otra, un friso con relieves continuos y una cornisa sobre la
que se elevaba el frontón, con sus acróteras y el tímpano. El edificio estaba
coronado por una cubierta a dos aguas.
Su
interior se reduce a una minúscula cella, con dos pilastras entre las antae y ninguna pared intermedia. El
edificio se cerraba, como hoy en día, por medio de una reja de bronce. Este
templo se conservó intacto hasta fines del siglo XVII, cuando los turcos lo
desmontaron para aprovechar sus materiales en una obra de fortificación. En el
siglo pasado y en el presente ha sido reconstruido con mínimos errores.
El
friso escultórico fue erigido hacia 421 a de C. En la parte oriental figura una
asamblea de dioses, Atenea entre ellos, y en las restantes, luchas de griegos
contra persas y de griegos contra griegos, todos ellos en violentísimo
movimiento. Sus altorrelieves muestran a la diosa Victoria inmersa en acciones
tales como llevar un toro al sacrificio o, simplemente, abrochándose las
sandalias, aptitud un tanto vulgar al tratarse de una diosa, pero de una
especial belleza por el tratamiento de los pliegues, en donde observamos la
técnica de los paños mojados introducida por Fidias.
Manuales de Arte. Adaptado por R.R.C.
jueves, 16 de mayo de 2013
El Acueducto de Segovia
Una curiosa y vieja leyenda sobre
el acueducto de Segovia forma parte del folclore popular. Cuenta: que una niña
pobre tenía que subir todos los días a por agua a lo alto de una colina y bajar
campo a través con el cántaro lleno, lo que le suponía un gran esfuerzo. En
esta situación tan monótona y desesperada solicitó al mismísimo demonio que
hiciese algo para ayudarle, a cambio, se pondría inmediatamente a su servicio.
Se comprometió con la niña a construir un acueducto en sólo una
noche, que hiciese innecesario tan pesado viaje, tenía que estar acabado antes
de amanecer un nuevo día. Un ejército de diablillos acompañaron al demonio a
construir el acueducto con un gran estruendo durante toda la jornada nocturna,
con el ir y venir cargados de material y colocándolo rápidamente en su sitio.
Cantó el gallo, señal de que la noche había llegado a su fin y…. quedaba una
piedra por poner. Luego, el demonio perdió la apuesta y no poseyó a la niña. En
el hueco que quedó se encuentra ahora la estatua de la Virgen de la Fuencisla.
Labrado todo el acueducto en granito, tal
vez ninguno le supera en elegancia y grandiosidad, y asombra el pensar que obra
tan gigantesca se edificara para proveer de agua a una ciudad seguramente
bastante pequeña. Es uno de los monumentos más significativos y mejor
conservados que nos legaron los romanos en la Península Ibérica. Mide unos
setecientos metros de longitud y unos treinta de altura máxima. Consta que
existe en el siglo I, y, al parecer, es de tiempos de Augusto, aunque otros
autores, lo datan de época de Nerva o Trajano a principios del siglo II.
El Acueducto consta de dos arquerías
superpuestas, la inferior de 44 arcos y la superior de 119. Son arcos de medio
punto con luz variable, aunque aparecen también peraltados ligeramente,
apuntados y algunos carpaneles como consecuencia de las reconstrucciones
llevadas a cabo, la primera de ellas en tiempos de los Reyes Católicos. No
podemos olvidar, por lo sorprendente del hecho, que tanto los arcos inferiores
como los superiores se sujetan sin la utilización de ningún tipo de argamasa, ni
nada por el estilo, simplemente por el equilibrio entra las fuerzas y los pesos
de sus piedras. Increíble, pero cierto
En el tramo principal del Acueducto, el piso inferior de la arquería se adapta a las variaciones del terreno y los pilares aumentan su grosor de manera escalonada de arriba a abajo. Los arcos tienen una luz aproximada de 4'50 m. y las enjutas se completan con sillares generalmente en cinco hiladas que se coronan con otra más ancha, cuyo vuelo forma una cornisa, que sólo se conserva en la parte central.
El segundo piso consta de 119 arcos con pilares iguales, con una altura de 4 m. hasta la cornisa superior. Los arcos tienen 5'10 m. de luz y las enjutas aparecen formadas por tres hiladas de sillares. Hay que destacar también el sotabanco formado por tres hiladas de sillares con cornisa y el pilar central que aparece recrecido con nichos para esculturas, que constituyen las únicas variaciones estructurales que aparecen en esta zona, que es la más característica del acueducto segoviano.
El Acueducto de Segovia puede relacionarse con los arcos de triunfo, que repiten este mismo esquema de arcos-pilares coronados por áticos. Así los tres pilares de mayor altura de la parte central presentan la imagen de un arco conmemorativo con todos sus elementos, lo que subraya aún más claramente la idea de monumentalidad y grandiosidad de la construcción.
Supone la realización de una obra ciclópea que se integra en su marco natural, adaptándose al terreno, es decir, una obra urbana que se integra en la naturaleza. Se adapta rítmicamente a las pendientes del terreno, cumpliendo cada arquería su función precisa.
En 1992 se tomó una decisión importante con vistas a su mejor conservación: se prohibió la circulación de vehículos por debajo de los arcos, con la cual, se evitaron accidentes y disminuyó el nivel de contaminación muy perjudicial para la piedra. A día de hoy, continúa siendo el monumento más representativo de la ciudad de Segovia. Sin olvidar la ingente cantidad de construcciones que merecen nuestra atención cuando tenemos el privilegio de pasear por sus calles y contemplar las iglesias románicas de bellísima factura que nos vamos encontrando cada pocos metros.
Manuales de Arte. Adaptado por R.R.C.
miércoles, 15 de mayo de 2013
La escuela sumeria
Desde el tercer milenio antes de
Jesucristo en las ciudades- estado sumerias existían las edubba, que vendría a
significar “casa de las tablillas”, término utilizado para referirse a la
escuela, en donde se trataba de enseñar y difundir los conocimientos que
entonces se tenían. La enseñanza no era obligatoria, ni mucho menos gratuita,
sólo para aquellos niños y jóvenes que pudieran pagársela. Se enseñaba
fundamentalmente el arte de la escritura cuneiforme y aritmética, materias muy
necesarias para adquirir la prestigiada condición de escriba, que permitía
trabajar al interesado al servicio del Estado, de un templo, o de un rico
particular que necesitara de su asistencia. El horario escolar era extenso, pues
se prolongaba desde la mañana temprano hasta la tarde, y las sesiones de trabajo
eran duras y disciplinadas, con severos castigos corporales si al juicio del
maestro o de sus ayudantes, los alumnos no seguían sus indicaciones y hacían lo
correcto. El período de escolarización duraba unos doce años y, después de
los cuales el joven se convertía en un escriba profesional. Los escribas eran
los hijos de los ciudadanos más ricos de las comunidades urbanas. No consta ni
una sola mujer como escriba, hay que esperar a la época babilónica hacia el
1800 antes de Cristo para encontrarlas.
En las edduba se enseñaba a manejar el
cálamo, que consistía en una caña hueca cortada oblicuamente en uno de sus extremos, y se obtenía del tallo de una planta o de una pluma de ave, y con ella
escribían en una tablilla de arcilla húmeda. Con el descubrimiento en la ciudad
de Uruk de tablillas que llevan listas de palabras con el posible objetivo de
memorizarlas, hay quién deduce que en el
año 3000 antes de Cristo ya había escribas que pensaban en términos de
enseñanza y de estudio. Pero hubo que esperar unos quinientos años para que
apareciesen cierto número de escuelas por toda Sumer, en donde se enseñara la
práctica de la escritura. A principios del siglo XX, ya se descubrieron un número
importante de “tablillas escolares” en una vieja ciudad sumeria, con una
antigüedad de cuatro mil quinientos años aproximadamente. No obstante, la
mayoría de las tablillas de barro cocido que aparecen en las excavaciones son
de carácter económico y administrativo, lo cual es indicativo de la gran
cantidad de escribas que había dedicados a estos a estos menesteres, y la
facilidad que tenían los mismos para encontrar trabajo.
Hasta que no llegamos al segundo
milenio antes de Cristo, no encontramos información en los textos que nos han
llegado sobre el sistema educativo sumerio, su organización, o los métodos que
utilizaban. Sin embargo, en esta época aparecen tablillas escritas por los
alumnos, que vendrían a ser los deberes que estaban obligados a realizar y que
los especialistas suponen que formaban parte de sus tareas escolares diarias. Estos
ejercicios varían desde los típicos garabatos de los más pequeños, hasta los
signos mejor escritos. Así que, lo que podríamos considerar estos primigenios
cuadernos, nos informan sobre los métodos pedagógicos de las escuelas sumerias
y sobre sus programas educativos. Además, los maestros sumerios eran proclives
a dejarnos por escrito como se desarrollaba la vida escolar y nos transmiten
una valiosa información de cómo era la escuela sumeria, sus tendencias, sus
objetivos, sus maestros, sus estudiantes y sus métodos de enseñanza. Algo
completamente excepcional y único si tenemos en cuenta el período al que nos
estamos remontando, prácticamente cuatro mil años hacia atrás en la historia
del hombre.
Las primeras escuelas sumerias se
dedicaban a la formación de escribas, en previsión de sus futuros trabajos como
administradores de los templos o funcionarios de Palacio. Pero más tarde, se
transformaron en centros de cultura y el saber sumerio, en donde se formaba en
las distintas ramas del conocimiento: botánica, zoología, mineralogía,
geografía, matemáticas, gramática, etc. Además, con el paso del tiempo fue
adquiriendo un carácter más laico, a la vez que se separaba de los templos.
Había alumnos que consagraban su vida a la enseñanza y el estudio.
A la
cabeza de la escuela se encontraba el ummia, el profesor, que recibía el título
de “padre de la escuela”, que equivalía al cargo de Director. Contaba con la
ayuda de un auxiliar que se le denominaba “gran hermano” (nada que ver con el
famoso programa televisivo que, dicho sea de paso, no se me ha ocurrido ver en
mi vida) y los alumnos, que eran llamados “hijos de la escuela”,
quiero pensar que era la forma más habitual de referirse a ellos. Había, además,
vigilantes encargados de controlar la asistencia y la disciplina (las
amonestaciones que empleaban era el látigo, mucho más convincente que un parte
por escrito). Respecto a la cuestión económica, “el padre de la escuela” se
encargaría de cobrar el montante del proceso educativo y, éste, de suministrarle el salario a los subalternos (pensando que no era un "chorizo", por supuesto).
En cuanto al aspecto que tendría una
escuela en estos tiempos tan remotos, parece ser, que contaban con una o dos
habitaciones, equivalentes a nuestras aulas actuales, y contenían varias filas
de bancos fabricados con adobe, en donde podían sentarse entre uno y cuatro
alumnos. Debo de advertir que, como el Partido Popular siga con la política de
recortes, las escuelas públicas de ahora van a terminar envidiando a las
sumerias.
R.R.C.
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