domingo, 29 de septiembre de 2024

LA COPA DE CHAMPÁN

 

     ¡Vaya con los pechos de María Antonieta! Que se convirtieron en tazones de porcelana poco antes de la Revolución francesa; cuatro de ellos conservados en el Museo Nacional de Cerámica de Sèvres, en París. Según nos cuenta la tradición y chismorreos de la época, sus tetas sirvieron de modelo para obtener estas maravillosas piezas de artesanía; en las que un trípode, compuesto por tres elegantes cabras con toques de color, servía de base para sostener un fino cuenco, para lo cual se elaboró un molde de cera que se obtuvo del pecho de esta caprichosa reina. Se les denomina jattes tétons a aquellas piezas conseguidas de esta curiosa manera. La cerámica de Sèvres se fundó con el apoyo de Luis XV y Madame de Pompadour a mediados del siglo XVIII en Francia.

     Fue su inconsciente marido Luís XVI el que asombró a María Antonieta con este delicado regalo, que, por otra parte, no tiene nada de original, ya que otros personajes históricos utilizaron los pechos de sus esposas o amantes, según los casos, para reproducirlos en copas y beber en estas cautivadoras obras.

     En fin, el origen de las copas de champán bajas habría que buscarlo en Francia a finales del siglo XVIII, por encargo de María Antonieta, esposa de Luis XVI, tomando como modelo su seno izquierdo. No obstante, la copa de bebida espumosa aparece en Inglaterra un siglo antes, diseñada por un fraile benedictino.

         R.R.C

NOTA: Imágenes descargadas de Internet

martes, 17 de septiembre de 2024

LA MONEDA DE UN TRAIDOR (ÁUREO DE LABIENO)

 

     En torno al año 40 a. C., Quinto Labieno, perteneciente al bando pompeyano contra César y después de ser vencido tras el desastre de Filipos, donde fueron derrotados Bruto y Casio, decidió convertirse en consejero del rey de los partos, acérrimos enemigos de Roma. Mandó acuñar monedas de oro* como la que vemos en la imagen y denarios de plata, para poder pagar al menos, a parte de sus tropas compuestas por antiguos legionarios romanos. Ante las victorias alcanzadas contra enemigos menores también se proclamó como hacían sus antiguos camaradas: Imperator, es decir, “general victorioso”, tal como vemos en la leyenda de la moneda en su anverso, junto a su rostro de perfil, cabeza descubierta peinada a base de mechones y una pequeña barba dejada probablemente en señal de luto por su padre muerto, que precisamente luchó en las guerras contra los bárbaros en el bando de César, para más tarde pelear contra él en la contienda de Farsalia. En el resto de la inscripción podemos leer su nombre Q. Labienus Parthicus; donde el mismo se consideraba de Partia y no romano. En fin. Un traidor.

     Tanto el anverso como el reverso anepígrafo aparecen rodeados por una grafila bien centrada. Respecto a este último, muestra un hermoso caballo** bastante realista preparado para el combate, que debía hacer alusión a la temible caballería pártica. Estas monedas son muy escasas ya que fueron destruidas por los vencedores. Lo que aumenta su valor de mercado numismático hoy en día.

*Al igual que ocurre con las famosas monedas de EID MAR de Bruto y Casio, de estos áureos solo se conservan tres, y unos cuantos denarios. También fue considerada hostil y ofensiva a Roma por su leyenda.

**Respecto al caballo era robusto y fuerte de la misma raza que ya habían utilizado los asirios en combate y otros pueblos de la zona antes que los partos. 

         R.R.C.


viernes, 6 de septiembre de 2024

EL DIAMANTE

 

Es posible que un diamante sea la cosa más antigua que una persona pueda tener en la mano. Su origen se remonta a cientos de millones de años, cuando en el interior de la Tierra, a profundidades que superan los 100 Km se unieron dos fuerzas elementales: el calor y la presión, que al unísono, actuaron sobre carbón común dando lugar a un proceso de cristalización que culminó en la formación del rey de las gemas. Alcanzó la corteza y la superficie terrestre transportado por el fuego de las erupciones volcánicas; de esta manera, la naturaleza lo ha puesto en las manos del hombre, que sólo se ha tenido que preocupar de quitarle lo que le sobra y admirar la belleza, el fuego y la luz que se encuentra en el interior de cada una de estas piedras.

     El diamante se conoce desde antiguo, pero el hombre no sabía qué hacer con él; precisamente procede del griego adamas que significa indomable, invencible. Prácticamente hasta el siglo XIX no se pudo tallar con arreglo a unas proporciones minuciosamente estudiadas para que estas piedras se manifiesten en todo su esplendor. No obstante, desde algunos siglos anteriores ya empezaron a utilizarse como adornos, pero era un privilegio de la realeza y de los hombres. Hay que esperar a 1477 para que el Archiduque Maximiliano de Austria le regale a una mujer, María de Borgoña, una sortija de diamantes.

      Un  diamante es un elemento químico, el sexto de la tabla periódica, carbono puro cristalizado en el sistema cúbico, si estuviese en el hexagonal sería grafito, la punta de nuestros lápices, que en nada se parece al diamante, salvo que ambos son átomos de carbono cristalizado en estado sólido.

     El diamante tiene una serie de cualidades físicas y ópticas que lo convierten en algo especial. Su dureza y durabilidad no tienen parangón; su fulgor excepcional, si se consigue una perfecta conjunción de la vida (luminosidad) y el fuego (destellos) a la hora de tallarlo; la lisura de sus caras; la viveza de sus aristas. En definitiva, un nivel de perfección imperturbable que no se puede alcanzar en ninguna otra piedra natural o artificial.

     Los diamantes son piedras únicas, no hay dos iguales. Los hay más grandes y más pequeños; más blancos y más amarillentos, también los hay de colores: azules, amarillos, verdes..., e incluso negros; los hay prácticamente puros y otros menos puros que presentan inclusiones de otros minerales; y a la hora de tallarlos se puede hacer de distintas maneras,

     El peso de los diamantes y las piedras preciosas en general se expresa en quilates o puntos; 1 quilate equivale a la quinta parte de un gramo (200 mg), luego un diamante que tenga el peso de 1 gramo será de 5 quilates. Cuando bajamos del quilate podemos hablar de puntos o partes de quilate (1 quilate = 100 puntos). Por ejemplo, un diamante que pese 50 mg tendría 25 puntos o un  ¼  de quilate. Como es sabido, el peso está relacionado con la densidad; la del diamante es poco más de tres veces y media la del agua; luego tiene un peso elevado si tenemos en cuenta que el carbono es un elemento ligero, lo cual indica que nos hallamos ante una piedra muy compacta.

     Por último, habrá observado el lector, que los quilates de los diamantes no tienen nada que ver con los quilates en el oro, o metales preciosos. Mientras en los primeros significan peso, en los segundos están relacionados con el porcentaje de metal noble que contiene la pieza, por ejemplo: 18 quilates de una joya de oro, quiere decir, que es una aleación de dos o más metales con un 75% de oro, ya que el oro puro se considera que tiene 24 quilates.

     La talla más conocida de todas es la redonda con 57 facetas. A esta talla se la denomina brillante (luego, el diamante es la materia prima, Carbono 12, y brillante es la forma redonda que le damos al diamante). Como su nombre indica es la que más brilla de todas, y se llegó a ella después de elaborados cálculos matemáticos para que se aprovechasen las óptimas cualidades físicas del diamante. Si variamos las proporciones derivadas de dichos cálculos, el recorrido que sigue la luz dentro de la piedra lo variaremos y no saldrá por la corona (la parte superior) la luz que penetra, sino que parte de ella se perderá por la culata (la parte inferior). Además de la talla brillante existen otras, aunque brillen menos.

     A los diamantes de una cierta envergadura es normal conocerlos con un nombre propio. Entre los más conocidos del mundo podemos citar el Cullinan que es el de mayor tamaño, en bruto pesó 3106 quilates y del que se obtuvieron varias piedras talladas de distintos tamaños; la mayor de ellas engastada en el cetro del rey británico Eduardo VII tallada en forma de pera, de una gran pureza y blancura dio un peso de 530.20 quilates, el mayor del mundo y conocido con el nombre de Estrella de África o Cullinan I.

     El diamante de la imagen ha sido hallado recientemente en Botswana, país situado en el continente africano, con un peso de 2492 quilates en bruto, es el segundo más grande de la historia. Según cuentan los expertos es de alta calidad. Botswana, también ocupa el segundo lugar en producción de diamantes del mundo. Viendo esta hermosa piedra y la forma que tiene, un tallador excepcional sabrá ver en ella el diamante tallado que se “encuentra” dentro, igual que el gran escultor Miguel Ángel veía en el bloque de mármol que tenía delante, la escultura que dormía en su interior, y según decía el mismo se limitaba a quitar el material que sobraba para darle vida a la figura que portaba. Así que, ¿se podría obtener un diamante tallado mayor que el Cullinan I? Quién sabe.

      R.R.C.

NOTA: Imagen bajada de Internet.