Este hermoso
brazalete griego de oro y piedras preciosas de los siglos III-II a. C. se
conserva en el Museo Metropolitano de Nueva York. Su estado de conservación es
excelente, aunque faltan algunas piedras perdidas con el transcurrir de los
años. Granates, esmeraldas y esmalte contribuyen a realzar aún más el nudo de
Hércules que vemos en la parte central, muy utilizado en la antigüedad por una
serie de propiedades intrínsecas que se le suponía. La gran popularidad de la
que gozaron las joyas helenísticas, como es el caso, no solo era por su
belleza, sino que además podrían evitar el mal. Por citar un ejemplo, en la Historia Natural de Plinio el Viejo,
podemos leer la creencia de que las heridas sanaban más rápidamente si estaban ligadas
a un nudo de Hércules. Por otra parte, los nudos en general son símbolos de
amor, y qué duda cabe que este de la imagen sería un potente símbolo de la
pasión que debe unir a la pareja.
Por último, y relacionado con lo que
estamos tratando, las mujeres romanas cuando se vestían de novia portaban un
cinturón con el nudo de Hércules, que solo podía desatar el esposo una vez
casados cuando se encontraban en el lecho nupcial. Se pensaba que el nudo
propiciaría una descendencia abundante, como tuvo el héroe de la mitología
griega. En fin, el poder de la magia.
R.R.C.
NOTA: Imagen descargada de Internet.