Nos
encontramos ante un lienzo de 1929 de uno de los mejores pintores que nos ha
dado el realismo español en el siglo XX. Este en particular es una obra maestra
de este estilo pictórico, aunque ciertamente no es muy conocida, como ocurre
con tantas otras del mismo autor, y que también obtiene una
contrastada crítica. Este óleo nos presenta una hermosa joven, según los estándares
de la época, con una belleza y sensualidad fuera de toda duda, que mira a su
espectador sin picardía. La maestría técnica del pintor se combina con una gran
sensibilidad artística y expresiva, como viene siendo habitual en otras
pinturas suyas. Con una factura precisa, una riqueza cromática armoniosa, un
estilo académico probado… El cuerpo femenino aparece perfectamente escenificado,
todo lo cual lo convierte en un predecesor del hiperrealismo hispano.
Evidentemente, podemos encontrar la
inspiración de “Pepita” en “La maja desnuda” de Goya, que había sido el cuadro
más atrevido hasta la fecha, con una representación de un cuerpo femenino de
frente, aunque cambia la posición de los brazos y la expresión del rostro;
menos erótica que aquella, pero manteniendo la sensualidad del bello cuerpo delicado de una mujer.
También tendida entre almohadones blancos como símbolo de pureza. La Venus
del espejo de Velázquez queda más lejana, el único desnudo de todo el Barroco
español, además de encontrarse de espaldas al espectador.
En la actualidad, que yo sepa, no se
encuentra en un museo abierto al público, ya que estaría en manos privadas. Una
lástima para los amantes del arte en general, y de Francisco Soria Aedo, en
particular.
R.R.C.