Esta escritura tiene una antigüedad de
unos quinientos años aproximadamente, y se han hallado hasta ahora 27 tablas de
madera repartidas por todo el mundo, datadas por el carbono-14 algunas de ellas.
La paradoja es, que no se encuentra ninguna en la isla de Pascua, de donde
proceden, y los textos que aparecen en ellas son unos 17 000 glifos (los signos
que vemos en la imagen superior), de los cuales 400 son únicos (recordemos que
nuestro alfabeto solo tiene 26 letras). Estos signos tienen ciertos parecidos
con plantas, animales, personas y a algún otro objeto, y, a veces, presentan
formas muy similares que podrían inducir a un significado afín. Según afirma la
profesora Silvia Ferrara, de la Universidad de Bolonia, es una escritura en la
que cada signo representa un sonido, luego el rapanui, en su momento, sería la
lengua que se hablaba en esta isla y el rongo rongo sería el rapanui puesto por
escrito.
Hace unos años tuve la oportunidad de
pasar, precisamente, la semana de Pascua en la isla, y un nativo llamado
Katipare, si no recuerdo mal, me enseñó toda la isla y me informó pletórico de su cultura. Hablaba perfectamente la lengua de sus antepasados, la cual conocían y empleaban unas 1700 personas, ya que la mayoría de los habitantes de
la isla son de fuera, Pascua no alcanzaba en esos momentos las 5000 personas y
en la actualidad ya ha superado la cifra de 7500. Tuve la suerte de asistir a
la misa del Domingo de Resurrección, que se celebraba en rapanui con cánticos
incluidos, excepto la lectura de las Santas Escrituras, y solo se celebraba ese
día cada año. Según me comunicaron otros asistentes que habían visitado otras
islas polinésicas, se escuchaba bastante parecido. Por cierto, rongo rongo lo
podemos traducir según Sebastian Englert, un pionero en estudiar esta cultura,
por recitar, o bien leer cantando. Recuerdo que el Doctor de la Iglesia San
Agustín decía que rezar cantando es como si rezáramos dos veces.
A todo esto, el rongo rongo sigue sin ser
descifrado a pesar de los esfuerzos que le han dedicado numerosos eruditos, con
las técnicas más avanzadas con las que contamos hoy en día (incluidas las
informáticas). Los últimos habitantes de la isla que sabían lo que decían estos
textos se llevaron el secreto a la tumba. Muchos de ellos se los llevaron de su
tierra a emplearlos en duros trabajos, y casi acaban con los viejos pobladores
de la isla. A lo máximo que se ha llegado es a que fueron escritos empezando
por la esquina izquierda inferior. La primera línea se escribía de izquierda a derecha, para
después girar la tabla 180 grados para transcribir el siguiente renglón, y así
sucesivamente. Parece ser, que el material que se utilizó para grabar los
glifos fue la piedra de obsidiana y repasarlos con dientes de tiburón. Ferrara
dice: "Estoy bastante segura de que lo que tenemos (en las tablas) son
narraciones"; “Que probablemente se trata de sagas que tienen que ver con
la población local, con sus rituales, sus historias"; y agrega: "Lo
que sea que esté escrito ahí era muy importante para su sentido de identidad y
su diferenciación de los europeos". Una vez que entraron en contacto con
ellos en el siglo XVIII, claro.
Las escasas dos mil personas pascuenses que hablan su idioma rapanui, utilizan nuestro alfabeto latino para escribirlo, incluso hay un diccionario para traducir del rapanui al español, por lo tanto, el problema lo tenemos con la escritura, no con el idioma. Y, por desgracia, una cultura que ha podido estar unos 1000 años aislada del resto del mundo, es muy improbable (yo diría imposible), que encontremos una piedra “Rosetta” que nos ofrezca las claves de estos glifos para interpretarlos y traducirlos. Para quién no sepa la piedra a la que me refiero, contiene un texto trilingüe con el mismo escrito en jeroglífico, demótico y griego antiguo. Como se conocía este último, se pudo establecer las conexiones con los otros dos relatos desconocidos, y de esta forma hoy podemos traducirlos. Para descifrar el rapanui, tendríamos que descubrir un ejemplar, al menos bilingüe, de rapanui y otro idioma conocido, tarea, creo yo, que inviable. Esperemos que la inteligencia artificial que tan de moda está ahora, con sus progresos nos dé una sorpresa algún día.
Por último, el 20 de noviembre de 1870 arribó a la isla el español Felipe González de Alhedo, que tomó posesión de ella en nombre de la Corona española y la denominó: San Carlos, en honor del soberano español del momento Carlos III. Puso a tres jefes que pasaban por allí a “firmar” un documento en papel, por el cual se incorporaba a la monarquía española. Se largó y no volvió por aquel lejano lugar. Ese escrito se conserva y es el siguiente:
Lo he puesto en vertical, como lo podría haber puesto en horizontal, pues en esto no hay acuerdo entre los especialistas, si es que hay alguno. Se observan tres renglones: uno con 8 signos, el siguiente con 4 y el último con uno. Evidentemente, si son una especie de firmas, los rapanui no sabían lo que estaban firmando. De todas maneras para lo que sirvió. Iorana (adiós).R.R.C.