Batalla de Salamina |
Caria situada en la costa Egea de la península de Anatolia, fue una región histórica
desde el segundo milenio antes de J.C. Su capital fue la antigua Halicarnaso,
que había sido una fundación griega que actualmente se corresponde con la ciudad
turca de Bodrum. La zona se incorporó como Satrapía (provincia) al Imperio
persa a mediados del siglo V antes de nuestra era. Artemisia I de Caria, hija
de Lígdamis de Halicarnaso y de madre cretense, se convierte en gobernante de
esta tierra, una vez fallecido su esposo y con un hijo ya criado. La fuente
histórica fundamental para el conocimiento de este personaje es el historiador
griego Heródoto, considerado más tarde por Cicerón como: “el padre de la
Historia”. Precisamente, también nació en la ciudad de Halicarnaso en el 484 a.
de C. y hace referencia a ella en sus escritos, en los cuales basaré esta
entrada. El hecho de ser paisanos, puede explicar, aunque solo sea en parte, el
buen trato que recibe del historiador, notoriamente posicionado a favor del
bando griego en las guerras Médicas, a una combatiente claramente traidora a
su origen heleno luchando en el bando persa.
Siguiendo la información que nos transmite
Heródoto en sus libros VII y VIII de Historia, Nos habla en primer lugar de los
generales de la armada persa que participaron en la gran batalla naval de
Salamina, en el mes de septiembre del 480 antes de J. C. A continuación, nos
refiere a varios de los tripulantes de mayor rango que comandaban las naves
entre los que destaca a Artemisia, por la que confiesa sentir la mayor
admiración, porque, a pesar de su condición femenina, se integra en una
expedición militar para luchar contra La Hélade (Grecia), cuando no hubiese
tenido necesidad de hacerlo. Su aportación a la flota persa fue más simbólica
que significativa, pues tan sólo proporcionó las cinco naves que ella misma
comandaba, eso sí, y siguiendo a Heródoto, sus naves eran las más famosas,
después de las que aportaron los fenicios de Sidón.
Una vez en la batalla y en plena confusión
de la armada persa, una nave ateniense perseguía a la de Artemisia, y por una
mala maniobra de sus barcos amigos le cortaron la retirada. Ante lo cual toma
la decisión de embestir con la proa de su barco a otro persa al que logró
hundir, para confundir al enemigo haciéndose pasar por combatiente del bando heleno, y así, el capitán de la nave ateniense dejó de perseguirla pensando que sería un
barco aliado, o que desertaba de las filas persas en favor de los griegos. En
mi opinión, no parece una acción muy loable atacar de una manera inesperada a
una nave compañera para salvarse ella, además, de que el propio Heródoto
atribuye a la buena suerte el hecho de que dicha acción le saliese bien, hasta
el punto de que murieron todos los de ese barco y nadie pudiera contar lo que
realmente ocurrió. Así que, Artemisia huyó y no murió en esta batalla (como
podemos ver que sucede, a manos de Temístocles, en la famosa película
recientemente estrenada de 300: El origen de un Imperio).
Heródoto, que a pesar de la elevada
opinión que tenía de ella, desaprueba esta manera de actuar. Sin embargo, ante
el rey persa, queda poco menos que como una heroína, ya que no interpretó
correctamente desde el lugar donde contemplaba el combate, a mucha distancia,
por cierto, lo que realmente hizo, y pensó que atacaba a una nave enemiga. E
incluso cuando Jerjes pregunta a sus asesores le confirmaron su errónea
opinión. Ante lo cual pronuncia las siguientes palabras: “Mis hombres se han
convertido en mujeres, y mis mujeres en hombres”. Como podemos comprobar, muy
feminista no parecía.
La otra faceta que Heródoto nos expone de
Artemisia, es su papel como asesora del Gran Rey, pues según nos dice, ella fue
la que mejores y acertados consejos dio a Jerjes, hasta el punto, que después
de la derrota que los griegos le infligieron en Salamina y el desconcierto que
ello le supuso, mandó retirar a todos los consejeros que tenía para quedarse a
solas con ella y atender sus opiniones, para conversar de, “hombre a hombre”
(Herodoto se refiere al valor de Artemisia con la palabra griega andreía, que traducida literalmente al español
significa virilidad). Le aconseja que se retire de Grecia y vuelva a sus
tierras de Asia y se ponga a salvo. En su lugar, que se quede el general
Mardonio que era partidario de invadir Grecia con una gran ejército, para ver
si lo consigue, y si no es así, y los griegos matan a Mardonio, nada perdería
con ello, pues le recuerda a Jerjes, que el objetivo de la invasión era
destruir y prender fuego a Atenas, y una vez que lo hiciera ya se podía
retirar. El rey persa acepta el consejo, pues según Herodoto, Artemisia le
decía lo que él pensaba, en definitiva, lo que él quería oír. Tuvo elogios
hacia ella y la envió a la ciudad de Éfeso en Anatolia, para que se encargara
de la educación de los hijos bastardos que el Gran Rey tenía allí.
Por último, una leyenda cuenta que
Artemisia se enamoró de un hombre llamado Dárdano que no le correspondió. Un
oráculo le dijo que cuando muriese se suicidara saltando desde lo alto de una
roca al mar Egeo. Focio, el que recoge esta leyenda, fue un escritor bizantino
del siglo IX, y por lo tanto, muy posterior a los hechos. Por otra parte, es
muy poco verosímil. Pienso, que las posibilidades de ser cierta son escasas.
R.R.C.