Siempre me
han llamado la atención las maquetas de talleres, oficios, casas, establos,
jardines… y, especialmente, las de barcos que nos han legado los antiguos
egipcios. Todas ellas son unos lindos trabajos de artesanía de primerísima
calidad. El Museo Egipcio de El Cairo y el Museo Metropolitan de Nueva Yok exponen
en sus vitrinas las halladas en la tumba de Meketre en Tebas (Luxor), ya que un
egiptólogo del museo neoyorquino las encontró en 1920. Meketre (que significa
“El Sol es mi Protección”) prestó sus servicios como canciller a dos faraones
del Imperio Medio allá por el año 2000 a. de C. A pesar de que su tumba fue
saqueada, una pequeña habitación se libró de los robos; la cual apareció
repleta de maquetas de una gran clase y variedad, que describen la vida
cotidiana de su época, entre la que se encontraría la barcaza que vemos de la
imagen exhibida en la ciudad norteamericana.
Esta pequeña embarcación elaborada a base
de pequeñas estatuillas de madera, sobre una nave de sicómoro (madera de considerable
resistencia y perdurabilidad), no intenta reproducir a menor escala aquellas
que eran utilizadas en la vida real, sino que es una pequeña obra de arte en sí
misma. Esta maqueta en la que el propio Meketre ocupa un lugar destacado con
una flor de loto en la mano, nos vendría a sugerir que se trata del viaje al
más allá que realizaba el personaje una vez fallecido. Le acompañaban un
cantante y un músico que tocaba una especie de arpa que amenizan el trayecto.
Frente a él, y de pie, el capitán de la embarcación parece recibir sus órdenes.
Seis remeros a babor y otros seis a estribor hacen con su esfuerzo coordinado que
la nave avance, mientras en la proa un miembro más de la tripulación emplea su
tiempo en ir midiendo la profundidad de las aguas. Y, por último, en la popa
nos encontramos con el timonel (del que solo vemos parte de la cabeza y un
brazo), con la importante misión de gobernar la embarcación. Solo recordar que
tiene ¡4000! años.
R.R.C.