sábado, 12 de septiembre de 2020

LOS SICLOS DE TIRO (LA MONEDA DE JUDAS)

 

     Todo el mundo conoce que Judas Iscariote, el discípulo que traicionó a Jesús, lo delató a sus enemigos por treinta monedas de plata. Ese fue el precio que pagaron las autoridades judías por facilitarle el prendimiento de su Maestro, si nos atenemos a la información que nos transmite el N.T. ¿Pero, de qué monedas se trataba? Con frecuencia se ha dicho que eran denarios romanos, pues al propio Jesús le mostraron uno cuando sentenció: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, probablemente, fue la cara del emperador Tiberio la que vio grabada en el anverso de la moneda. Sin embargo, actualmente se cree poco probable que a Judas le pagaran su felonía con este dinero. Lo más lógico es que fuese con siclos de Tiro (o shékels de Tiro), semejantes al que vemos en la imagen.

     En el anverso observamos el rostro de Baal (asociado a Melkart); dios fenicio que podríamos comparar con el héroe griego Hércules. Con una rica cabellera recogida con una corona de laurel y dirigiendo su mirada a la derecha. Mientras en el reverso advertimos, que una impresionante águila posa sus garras en un sólido espolón de una nave militar; y la leyenda escrita en griego que circunvala esta cara dice: ΤΥΡΟΥ ΙΕΡΑΣ ΚΑΙ ΑΣΥΛΟΥ, traducido al español: “Tiro (ciudad) santa y (ciudad) de refugio”. Además, dos letras en esta antigua lengua nos indican el año de emisión de la moneda.

     Sabemos, que los judíos debían de pagar medio siclo de plata de una determinada pureza por persona y año. Concretamente, los acuñados en la cercana ciudad de Tiro cumplía los requisitos, o sea, un 95% de plata. Pero los romanos empezaron a utilizar otra moneda de menor pureza, que solo contenía un 80% del blanco metal, lo que la convertía en inservible para el Templo. Según Ya'akov Meshorer*, jefe de arqueología del Museo de Israel en Jerusalén y experto numismático, por este motivo solicitaron a la autoridad romana emitir ellos su propia moneda, y esta accedió con la condición de que tenía que mantenerse el mismo formato, para no dar a los judíos una competencia que no tenían. No obstante, estos tuvieron la habilidad de introducir: KP un par de letras (un acróstico), que podían transmitir el mensaje de que lo hacían por una imposición de Roma. Algo parecido a lo que hacen hoy en día los políticos independentistas, o simplemente nacionalistas, cuando acatan la Constitución española por imperativo legal (como vemos, no han inventado nada).  

     Quiero recordar, que los cuatro evangelios recogen el episodio de la expulsión del Templo por parte de Jesús de los mercaderes y cambistas, cayendo sus monedas al suelo. ¿Qué función tenían allí estos últimos? Suministrar la moneda adecuada a los que iban a pagar el tributo al Templo a cambio de una “pequeña” comisión. Para el que haya viajado en avión y comprado moneda extrajera en las casas de cambio de los aeropuertos, entenderá que lo de “pequeña” es una ironía.

     En fin, los siclos de Tiro podían estar hechos en la ceca de esta ciudad, o en Jerusalén mismo. Debían de tener un diámetro próximo a los 3 cm y pesar en torno a los 14.5 gramos. Por otra parte, que los sacerdotes judíos aceptaran guardar en el Templo el rostro de un dios pagano, no deja de ser paradójico. En resumen, lo más factible es que utilizaran el numerario guardado en el edificio para pagar a Judas sus 30 monedas de “sangre”, con un peso total superior a los 400 gramos. Ese fue el precio de la traición.

*La afirmación de este autor recogida indirectamente.

        R.R.C.

NOTA: Imagen descargada de Internet