Éfeso, la ciudad en donde predicó el apóstol Pablo; la polis que cuenta con el teatro romano más grande del Imperio; localidad donde todavía podemos presenciar la imponente fachada de su antigua biblioteca; una urbe que llegó a contar con 250 000 habitantes en la costa de la actual Turquía… Pero su notoriedad desde siglos antes de nuestra era le venía dada por el templo de Artemisa, que llegó a ser considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo, y del cual solo quedan escasos restos. Precisamente, a esta diosa hace referencia la moneda que vemos en la imagen, una de las más bellas y conocidas de su época. Hablamos de un tetradracma de plata, de unos 17 g de peso y un diámetro aproximado de unos 2.5 cm acuñado en la primera mitad del siglo IV a. C. No cabe duda de que es una pieza de gran belleza y calidad, con un estudio anatómico muy riguroso en los relieves que muestra.
En el anverso, comprobamos una enorme
abeja muy realista, y el apócope de la ciudad, es decir, las letras griegas épsilon (E) a la izquierda de la misma;
y fi (F) a la derecha, que juntas obtenemos
las dos primeras letras de la polis. Si ahora tomamos en consideración que a
las sacerdotisas de Artemisa de este templo se las llegó a conocer como “las
abejas de la miel”, queda todo aclarado.
La parte central del reverso se destina a
grabar la porción delantera de un gran ciervo representado también con gran
meticulosidad. A su izquierda observamos una hermosa palmera con tronco, hojas
y fruto. Si tenemos presente que Artemisa era la diosa de la caza y el ciervo
era uno de sus animales de compañía, como advertimos en las imágenes que
tenemos de ella; y en segundo lugar, que la propia diosa, según nos dice la
mitología, nació bajo una palmera en la isla de Delos, asunto resuelto. Por
último, la leyenda griega de la derecha debía ser el nombre del “funcionario”
encargado de la acuñación: ΔΗΜΑΓΟΡΗΣ
(Demagores).
R.R.C.
NOTA: imagen descargada de Internet