Las bodas reales siempre se han
caracterizado por ser una cuestión de Estado, y rara vez se han producido por
amor de los contrayentes; aunque esta ley no escrita, también ha tenido sus
excepciones a lo largo de la historia, como es el caso del matrimonio que nos
ocupa: el de Carlos III rey de Nápoles y Sicilia, y posteriormente de España (al
no dejar su hermano Fernando VI sucesor), y el de María Amalia de Sajonia en el
año 1738. Él contaba con 21 años de edad, y ella con apenas 14. Se casaron por
poderes en el Palacio de Dresde, y más tarde, esta vez sí, con los contrayentes
presentes en Nápoles. Por supuesto que el matrimonio no se libró de tener un
interés político y, por lo tanto, de ser un enlace de conveniencia. Pero
además, fue un desposorio por amor a primera vista. Prueba de ello es, que
cuando falleció la reina 22 años después, el rey manifestó que era el primer
disgusto serio que su esposa le había dado en toda su vida. Carlos III contaba
con 44 años cuando ocurrió este desgraciado acontecimiento, y nunca más se
volvió a casar. Si empezamos ahora por el principio de esta unión, y leemos la
carta que Carlos envió a sus padres informándoles de cómo le había ido la noche
de bodas, comprenderemos que la pareja estaba completamente enamorada. Ya sé
que no es algo habitual contar a los progenitores las hazañas de la noche posterior
al matrimonio, pero en fin, en esta ocasión así pasó. La carta en cuestión:
Mi muy querido Padre y mi muy querida
Madre, me alegraré de que VV.MM. sigan bien, yo y mi mujer estamos
perfectamente, gracias a Dios. He recibido una carta de VV.MM. del 15 del mes
pasado, por la que he visto como gracias a Dios VV.MM. habían recibido dos de
mis cartas.
Suponían que cuando recibiera esta carta ya estaría alegre mi corazón y
habría consumado el matrimonio; que no me extrañara de que VV.MM. me hablaran
así, que a veces las jovencitas no son tan fáciles y que yo tendría que ahorrar
mis fuerzas con estos calores, que no lo hiciera tanto como me apeteciera
porque podría arruinar mi salud y me contentara con una vez o dos entre la
noche y el día, que si no acabaría derrengado y no valdría para nada, ni para mí
ni para ella, que más vale servir las señoras poco y de continuo que hacer
mucho una vez y dejarlas por un tiempo.
(…)
(…)
El día en que me reuní con ella en Portella, hablamos amorosamente,
hasta que llegamos a Fondi. Allí cenamos y luego proseguimos nuestro viaje
sosteniendo la misma conversación hasta que llegamos a Gaeta algo tarde. Entre el tiempo que necesitó para desnudarse
y despeinarse llegó la hora de la cena y no pude hacer nada, a pesar de que
tenía muchas ganas.
Nos acostamos a las nueve y temblábamos los dos pero empezamos a
besarnos y enseguida estuve listo y empecé y al cabo de un cuarto de hora la
rompí, y en esta ocasión no pudimos derramar ninguno de los dos; solo diré que acerca de lo que me decían de que como ella era joven y
delicada no dudaban de que me haría sudar, diré que la primera vez me corría el
sudor como una fuente pero que desde entonces ya no he sudado.
Más tarde, a las tres de la mañana, volví a empezar y derramamos los dos
al mismo tiempo y desde entonces hemos seguido así, dos veces por noche,
excepto aquella noche en que debíamos venir aquí, que como tuvimos que
levantarnos a las cuatro de la mañana sólo pude hacerlo una vez y les aseguro
que hubiese podido hacerlo muchas más veces pero que me aguanto por las razones
que VV.MM. me dieron.
Diré también que siempre
derramamos al mismo tiempo porque el uno espera al otro y también que es la
chica más guapa del mundo y que tiene el espíritu de un ángel y el mejor
talante y que soy el hombre más feliz del mundo teniendo a esta mujer que tiene
que ser mi compañera el resto de mi vida.
VV.MM. me decían que aguardaban con impaciencia averiguar si pueden
tener nietos pero que tenían miedo de
que no sea enseguida, ya que ella no tiene todavía el periodo. Diré a VV.MM.
que todavía no lo tiene, pero que según todas las apariencias, no tardará en
tenerlo porque empezó hace ya 4 noches a dejar algunas manchas de esa materia
que dicen que precede a lo de tener el periodo; lo cual espero en Dios, en la
Virgen y en San Antonio.
Mi mujer me ruega que la ponga con la mayor sumisión a los pies de
VV.MM.
Señora, ruego a V.M. que abrace de mi parte a todos mis hermanos y
hermanas = Nápoles, a 8 de julio = El más humilde y más obediente de los hijos.
Carlos.
R.R.C.