Qué duda cabe, que las gaviotas que el mundo entero pudo ver en el tejado de la capilla Sixtina durante el desarrollo del cónclave, del que salió elegido el papa León XIV, se han convertido en las aves más famosas de la historia. Y, si a eso añadimos que estaban cuidando y alimentando* a su cría, coincidiendo, además, con la fumata blanca de la chimenea, la cual informaba al orbe de que había un nuevo papa, la escena no podía ser más emotiva y alegre. De esta suerte, se ha hecho viral en todo el globo.
La forma de comunicar mensajes a través de
humo tiene un largo recorrido, ya que está documentada desde mediados del siglo
II a. C. por los antiguos griegos, para lo cual encendían una hoguera y
mezclando distintas hojas y ramas obtenían una amplia gama de grises entre el
blanco y el negro, así como distintas formas. Con el mismo objetivo, los
nativos indígenas de Norteamérica también utilizaron las señales de humo para
comunicarse entre ellos; de enemigos a la vista, por ejemplo, que las películas
del oeste se encargaron de popularizar.
Nos podríamos preguntar por qué la Iglesia
continúa con este antiguo ritual a la hora de comunicarse con sus fieles en los
tiempos que corren, con la cantidad de medios de comunicación que existen
actualmente, siguen con su famosa chimenea que utilizan desde hace tiempo. Para
empezar, tienen que montarla y desmontarla cada nuevo cónclave, y aunque esto
el espectador no lo ve, conlleva un trabajo enorme y meticuloso, en donde
participan muchísima gente y hay que tomar demasiadas precauciones, entre otras
razones para no dañar el techo que pintó Miguel Ángel en la Sixtina. Se trata
de un proceso complicado, ya que actualmente se utilizan dos calderas,
conectada una de ellas por un tubo a la salida principal que observamos en el tejado.
En una de ellas se queman las papeletas de la votación, y en la otra,
especialistas en la materia utiliza productos químicos suficientemente probados
para producir humo negro o blanco, para evitar confusiones. Antiguamente, se quemaba
paja húmeda para producir humo negro, o paja seca para le fumata blanca. Pero,
a veces, el humo salía con tonalidades grises y despistaba al personal a la hora
de interpretarlo. Luego, la fumata que vemos salir por la chimenea es la
combinación de los gases producidos por dos calderas, fundamentalmente la que
utiliza productos elaborados al efecto.
El hecho de comunicarse a la antigua
usanza, es decir, con humo, no es solo por tradición, también tiene un sentido
teológico, como el hecho de quemar incienso, si seguimos las opiniones de la profesora
de la Universidad de Birmingham, Cándida Moss, “como una forma de comunicación
humana con lo divino", y añade: "En la tradición católica, las
oraciones 'ascienden' hasta Dios. El uso del humo evoca estos rituales
religiosos y la estética de asombro y misterio que los acompaña". También añade
a la razón de las personas que se encuentran presentes en la plaza de San Pedro,
"sentirse incluidas, como si
estuvieran incorporadas a este asunto misterioso y secreto". Por lo que
podríamos deducir, que este antiguo ritual está colmado de motivos simbólicos.
R.R.C.