El 8 de mayo
de 2025 fue elegido un nuevo papa por los cardenales de la Iglesia católica en
el incomparable marco de la capilla Sixtina del Vaticano. No se hizo esperar
mucho, y en la cuarta votación hubo fumata blanca en la chimenea instalada para
este propósito, cuando tan solo llevaban reunidos desde la tarde del día
anterior. El papa 267 desde San Pedro, nombrado
por el propio Jesús para esta difícil tarea. Ha elegido eL nombre para
su pontificado de León XIV, el cardenal estadounidense Robert Prevost. Como
siempre suele ocurrir, había otros candidatos con más posibilidades “a priori”,
pero se ha cumplido la máxima de “quién entra papa al cónclave sale
cardenal”. También quiero aclarar desde el principio, que el nuevo papa es
sucesor de San Pedro, ante todo, y no del papa anterior o del papa que toma el
nombre. Se espera del nuevo sumo pontífice que marque su propia línea doctrinal,
como no puede ser de otra manera.

Ha
sido sorprendente la cantidad de contertulios de cualquier clase; de todas las
creencias, opiniones e ideologías posibles, que se han puesto a interpretar el
por qué ha elegido el nombre de León. La mayoría de estos expertos ya han
llegado a la conclusión de que pretende seguir la línea marcada por su
antecesor León XIII, de finales del XIX y principios del XX, en asuntos sociales (encíclica Rerum Novarum, la primera de la Iglesia Católica que aborda estas cuestiones), y de ahí que haya escogido este potente nombre que procede del latín, el cual, dicho sea de paso, representa simbólicamente al evangelista Marcos, pues comienza
informándonos de la voz clamando en el desierto de San Juan Bautista,
equiparando su voz al rugido enérgico del león, igual que será la de Jesús.
De todos los que yo he escuchado sobre
este asunto, todavía no he oído ni leído nada al respecto del primer papa que
llevó este nombre a mediados del siglo V de nuestra era, y que su papado de
prolongó durante más de 20 años, y ha sido uno de los papas más importantes de
la Iglesia católica, como lo prueba una multitud de hechos. Fue el primero en
ser llamado MAGNO, así que se le conoce como León I el Grande. Asimismo fue
nombrado Doctor de la Iglesia. Tuvo que hacer frente a herejías que se
propagaron en su tiempo. Fue un gran teólogo, como demuestran multitud de
escritos que han llegado hasta nosotros (abundantes sermones y cartas).
Incluso, ha sido reconocido santo. Por cierto, también fue el primero en
utilizar el título de Pontífice Máximo, que anteriormente poseían los
emperadores, pero que ya no lo hacían desde el 382, pues se refería a los
dioses paganos y en estas fechas el Imperio ya era oficialmente cristiano.
No me gustaría acabar esta entrada, sin
traer a la memoria dos hechos de carácter político de vital
importancia para el Imperio romano durante su pontificado. El primero de ellos
tuvo lugar en el año 452 en la ciudad de Mantua, un encuentro con el temido rey
de los hunos, Atila. Sin más armas que la palabra y acompañado de una pequeña
corte, convenció a Atila para que no atacase y destruyese Roma, que era su
principal objetivo, diese media vuelta y se fue para no volver. ¿Qué hablaron?
Nadie lo sabe con certeza, aunque se barajan distintas opiniones en las que no
entraré, ya que ninguna de ellas ha sido probada. Hay que decir que el Imperio pasaba
por una debilidad extrema, con Valentiniano III a la cabeza (de valiente solo
tenía en nombre). Tres años después, una situación similar se produjo con los
vándalos de Genserico. Esta vez sí entraron en Roma, pero León I les convenció
de que solo la saquearan, que respetaran las vidas de sus habitantes, las
iglesias y que no la incendiaran. Podía
haber sido peor sin la intervención del papa. Volviendo al inicio del post, quién sabe
qué pasó a Robert Prevost por su cabeza cuando eligió llamarse León para su
mandato. Desde luego, yo no descartaría al pontífice número 45 de la Iglesia
católica San León I el Magno. No obstante, horas después de escribir esta entrada, el propio papa ha comunicado a los cardenales, que la principal razón para elegir su nuevo nombre fue el pontífice León XIII. Si él mismo lo dice. Amén.
R.R.C.