miércoles, 28 de mayo de 2025

MONEDAS ANTIGUAS

 

     A falta de otros medios, como tenemos actualmente, las monedas fueron un invento perfecto allá por el siglo VII A. C. en el reino de Lidia, para transmitir: mensajes, propaganda política o religiosa de cualquier tipo, ideas… y también arte y esplendor. Los antiguos gobernantes fueron muy conscientes de ello, y casi desde el principio, utilizaron este práctico medio de pago que facilitó el comercio tanto local, como nacional e internacional. También se utilizaron como herramientas diplomáticas entre los países, y el prestigio que les daba tener una buena, atractiva y valiosa moneda. Simbolizaban el poder de los gobernantes y eran la envidia de los que no se la podían permitir. Algunas piezas muy valiosas circularon poco como medios de pago, y se utilizaron más como regalos a personajes importantes para ganar su confianza. Otras, las valoramos más como “pequeñas” obras de arte, ya que algún acuñador, consciente de ello, estampaba su nombre en las piezas que martilleaba, Kimon de Siracusa, por ejemplo. Aunque lo normal en la antigüedad es que la valoración de la moneda solo tenía en cuenta su peso y el material que se había empleado: oro, plata y bronce fundamentalmente.

     Hoy en día, las monedas antiguas se valoran teniendo en cuenta multitud de factores y no el valor intrínseco que tienen por ellas mismas, así que, una moneda de bronce o plata puede sumar más que una de oro del mismo peso. Una de bronce podría alcanzar un millón de euros, mientras que una de oro valdría menos. Todo dependerá de la rareza; estado de conservación; belleza; datos que se tengan sobre la misma; grado de certeza de que no es una falsificación; calidad de los cuños empleados, que se deterioraban con un uso prolongado; presencia de pátina que pueda embellecer o afear la pieza (algo que no ocurre con las de oro, ya que no se oxidan); por ser de impresión manual unas están mejor centradas que otras; información histórica que transmitan, máxime si tenemos escasez de otras fuentes; tanto oferta como demanda de la misma… En fin, muchos factores que el mundo antiguo no tuvo en cuenta, pues lo importante para ellos era su peso y el metal utilizado. Por cierto, en la antigüedad también había muchas falsificaciones de distinto tipo; desde particulares, al propio Estado. Todo lo que tiene valor si se puede falsificar se falsifica.

     Cada moneda es un pequeño trozo de historia, que si la sabemos escudriñar nos puede transmitir tanta información como un texto escrito, o confirmar una fuente histórica. También, en muchas de ellas hay arte en su impronta, es decir, en las imágenes y leyendas que aparecen en sus caras. Ambas cosas atraen a muchos compradores y museos. Aunque coleccionar monedas antiguas es un lujo muy caro, y que pocos se pueden permitir, yo desde luego no, ya que vivir de una pensión pública no te ofrece esa oportunidad, pero queda una alternativa, pues con el avance de la tecnología se pueden hacer precisas réplicas, muy parecidas a las originales por muy pocos euros en Internet, entre cinco o diez euros normalmente, por ejemplo. No es lo mismo una réplica que una moneda falsa, pues la réplica se limita a imitar la original y se vende como tal, mientras que la falsa hace pasar por original una réplica. Por último, mientras los antiguos gobernantes regalaban monedas originales a otros para agasajarlos, yo regalo réplicas a mis amistades para complacerlos.

      R.R.C.