martes, 18 de septiembre de 2012

San Jerónimo (Museo de la Catedral de Murcia)

 
      Procedente del Monasterio de los Jerónimos, fue realizada en 1755. El material empleado es la madera, que no tenía secretos para él. Son muchos los que afirman que es la obra maestra de Francisco Salzillo, hijo de un escultor napolitano afincado en Murcia. Continuador del oficio paterno, lo podemos considerar el último imaginero (escultor barroco) español. El artista, volcó su inspiración de creyente y su arte más elevado y refinado en la ejecución de esta talla.
     Se nos muestra al santo en actitud tensa, medio arrodillado sobre un león, sumiso ante la santidad del personaje, y otra serie de objetos representativos de las riquezas mundanas. La posición, fuertemente escorzada, se nos manifiesta en la postura de los brazos: el izquierdo sostiene el crucifijo salvador, mientras que el derecho se estira hacia atrás, agarrando con su mano, la piedra con la que se ha de mortificar golpeándose el pecho con ella. Todo ello, le permite al escultor realizar un perfecto estudio anatómico, en el que vértebras y músculos están tratados con una perfección clásica.
     El rostro del santo denota dulzura, al propio tiempo, que dolor y miedo. La posición en diagonal, marcada por la Cruz en un extremo, y el sombrero en el otro, se rompe ligeramente con la aparición del símbolo de la muerte, la calavera, tan característica en estas representaciones barrocas. La firma del autor aparece sobre la tapa del libro que hay a los pies del santo.
      A San Jerónimo, se le representa con una serie de atributos, que se repiten tanto en pintura como en escultura en toda la Historia del Arte. Para empezar, siempre se exhibe con un león, pues según cuenta la leyenda, se le apareció uno herido cuando hacía penitencia en el desierto, él lo curó y, en agradecimiento, el león se quedó amansado a su lado. El problema es, que esta leyenda corresponde a un ermitaño de nombre San Gerásimo, y probablemente, hubo una confusión de nombres y terminó atribuyéndose a San Jerónimo, lo que realmente correspondía a San Gerásimo. Normalmente aparece con el sombrero de cardenal: el capelo cardenalicio. No alcanzó este rango, pero es uno de los padres doctores de la Iglesia y sabiduría no le faltó para semejante cargo. Hay que recordar, que San Jerónimo fue el traductor oficial de la Biblia al latín: La Vulgata Latina, que es la versión oficial de la Iglesia Católica; conocía varios idiomas; y fue un hombre de letras, por lo que no es de extrañar, que los libros formen parte de sus atributos. La calavera siempre simboliza la muerte, es habitual que aparezca en las representaciones de santos en el arte barroco, y recuerda que no merece la pena aferrarse a lo material y a lo mundano, pues la muerte está cerca.
      R.R.C.