La estatua sedente del gobernador, ya que no se proclamó rey de la ciudad sumeria de Lagash, en la antigua Mesopotamia, data del año 2150 antes de J.C. aproximadamente y se encontró dividida en dos partes, la cabeza primero y el resto del cuerpo después, entre las ruinas de un templo de otra ciudad sumeria (Ngirsu) situada a unos veinticinco kilómetros de la primera. Tiene una altura de 46 centímetros, una anchura de 33 y un diámetro de 22,5 centímetros. Preciso las medidas para hacernos una idea del reducido canon de belleza sumerio que, como vemos, la altura en relación con la anchura es bastante baja, con lo que obtendríamos un tipo bastante rechoncho. El material con el que aparece elaborado es diorita, muy apreciado por esta y otras culturas del Medio Oriente. Sobre ella aparecen inscripciones en lengua sumeria, que nos indican que la estatua es una ofrenda a una deidad: Gizzida, que se conocía como “Señor del árbol de la vida”. Actualmente se encuentra expuesta en el Museo del Louvre de París. Han aparecido más de una treintena de esculturas de este personaje, que gobernó su ciudad durante unos quince años, cuyos objetivos fundamentales fueron mantener la paz, el orden, la justicia y la prosperidad económica, que por lo que sabemos, fue extraordinaria.
Desde el punto de vista artístico,
presenta un marcado esquematismo geométrico. No obstante, el autor consigue una
gran belleza de formas, que claramente dejan ver su escasa indumentaria que se
reduce a una sencilla túnica, quedando parte de su cuerpo al descubierto y con
las manos juntas bien marcadas en actitud de oración, con el objetivo,
probablemente, de obtener la vida eterna. Los labios, las cejas, los dedos, los músculos de sus brazos, hombros sutilmente destacados, prominentes ojos con pómulos salientes y un marcado mentón, muestran una gran delicadeza y finura. También
podemos destacar el turbante con decoración geométrica con el que cubre su
cabeza. Su disposición es frontal, y su concepción de bloque le provoca una
ausencia total de movimiento. Por
último, toda la estatua en su conjunto nos transmite un intenso fervor
religioso.
R.R.C.
R.R.C.