El haram (espacio en donde los
fieles se reúnen para la oración) de la mezquita de Córdoba es una gran sala
rectangular construida en épocas diferentes: en la de Abderramán I, Abderramán
II, Alhaquem II y Almanzor, que
abarcarían los siglos del VIII al X. En conjunto consta de 514 columnas. La
inspiración en el acueducto romano de Los Milagros de Mérida es evidente, como
podemos comprobar en la magnífica combinación de la piedra y el ladrillo que le
dan esa bicromía tan característica e impactante de esta obra. Su plan responde
al modelo de mezquita de columnas, como la de Damasco, que tan bien se adapta
al modo de rezo musulmán situados en filas.
Los arquitectos de Abderramán I aprovecharon las columnas de
la primitiva iglesia visigoda de san Vicente para separar las once naves del
haram primitivo: son 110 columnas desiguales, pero de características
similares: de mármol o de granito, de unos 4'20 metros de altura, descansan
sobre basas que difieren en el tipo de moldura y en altura, por lo que
sobresalen más o menos del pavimento. Sus fustes tienen un diámetro que varía
entre 18 y 22 centímetros; unos lisos y otros con estrías verticales o en
espiral. El collarino está labrado con el fuste.
Pero como a estas columnas le faltaba longitud para proporcionar la altura y luminosidad adecuada a una sala de tal dimensión, se recurre a la siguiente solución: sobre los capiteles de las columnas se colocan cimacios de planta cuadrada con volutas enrolladas sobre sí mismas que se conocen como «modillones de rollo». El número de rollo varía en función de la altura de las columnas y cimacios hasta lograr un nivel uniforme para el arranque de los arcos.
Pero como a estas columnas le faltaba longitud para proporcionar la altura y luminosidad adecuada a una sala de tal dimensión, se recurre a la siguiente solución: sobre los capiteles de las columnas se colocan cimacios de planta cuadrada con volutas enrolladas sobre sí mismas que se conocen como «modillones de rollo». El número de rollo varía en función de la altura de las columnas y cimacios hasta lograr un nivel uniforme para el arranque de los arcos.
Estos pilares se enlazan entre sí por
arcos de medio punto en la parte superior y de herradura en la parte media. Los
arcos de herradura arrancan de los mismos cimacios que sirven de soporte a los
pilares y sus primeras dovelas están labradas en los sillares de éstos,
enjarjadas en ellos. El peralte que presentan estos arcos es el del visigodo,
un tercio del radio. Sobre los arcos de medio punto descansa la techumbre del
edificio, techo que se cree que era horizontal formado por tableros de madera
sobre vigas transversales respecto a las naves.
Mediante la superposición de soportes y de
doble arquería, se consigue una altura de 8'60 metros y además, los arcos inferiores
sirven de entibo, impidiendo el desplazamiento lateral de las columnas. La
segunda arquería que queda al aire logra desde el punto de vista estético una
sensación dinámica, ligera y luminosa; a ello contribuye también la bicromía de
las dovelas (blanco y rojo).
En las sucesivas ampliaciones se mantendrá
la organización interior: Abderramán II alargó en siete tramos el haram , construyó el nuevo mihrab, levantó el minarete y completó
las portadas exteriores con puertas de herradura con alfiz. Alhaquem II añade
doce tramos más, conservando el mihrab,
pero enriqueciéndolo con mosaicos de origen bizantino y realizando la maqsura. Para iluminarla añadió cuatro
cuerpos de ventanas coronados por cúpulas, uno en el centro y tres delante de
la maqsura. Para sustentar las
cúpulas sin poner obstáculos en la mágica visión del bosque de columnas, se
perfeccionó el sistema de arquerías del edificio original: dos columnas
superpuestas eran flanqueadas por tres hileras de arcos lobulados entrelazados
que aseguraban la estabilidad; Los arcos lobulados utilizados aquí estaban
prácticamente cegados por tracerías complicadas y vistosas que filtraban la luz
como si fueran exquisitas celosías. Las cúpulas se levantaron sobre arcos que
se entrecruzan formando polígonos estrellados; entre los nervios de las cúpulas
se emplazaron las ventanas. Almanzor añadió ocho naves más, descentrando el mihrab. Con esta ampliación se logra la
planta definitiva de 19 naves.
En 1238, tras la conquista de Córdoba por
las tropas cristianas, se convierte en catedral cristiana. Pero no fue hasta el
siglo XVI, cuando se ordenó la construcción de una catedral justo en su centro,
para lo cual, se tuvieron que retirar más de sesenta columnas.
R.R.C.