Después de su salida de Egipto y tras un largo peregrinaje por el desierto guiados por Moisés, los israelitas llegaron por fin a la Tierra prometida, que ya se encontraba habitada por grupos de personas que llamaron cananeos, con los cuales la coexistencia fue razonablemente pacífica. Compartieron costumbres y un idioma similar, y fueron otros pueblos vecinos los que plantearon problemas importantes a los hebreos, entre ellos los filisteos, que formaron parte de los llamados “pueblos del mar”. Éstos, una vez derrotados por los egipcios, ocuparon la franja de Gaza en la costa sur de Palestina, que precisamente significa tierra de filisteos, como comprobamos en el historiador griego Herodoto, que en el siglo V antes de Cristo emplea este término por primera vez con este significado. En ese pequeño territorio constituyen una confederación de cinco ciudades, cada una con su príncipe: Gaza, Escalón, Ashod, Ekrón y Gad. No eran de raza semita como los hebreos y cananeos, sino descendientes de los cretenses de la cultura minoica, ya desaparecida por esta época ,como consecuencia del tsunami que provocó la gran erupción volcánica de la isla de Thera (Santorini), unos ciento veinte kilómetros al norte de Creta, centro principal de esta cultura del Egeo. Presentaban un aspecto físico en general agraciado: altos, delgados, algunos atléticos, decoraban sus cabellos… entre otras costumbres.
Hacia el
1200 antes de Cristo, el pueblo judío no tenía un poder político fuerte y
centralizado como ocurría con otros pueblos del Próximo Oriente, en períodos de
crisis y, cuando se hacía necesario, el gobierno del pueblo era ejercido por
personas a los que se les denominaba Jueces. Este es el período de los Jueces,
tal y como aparece en el Antiguo Testamento. Uno de los más conocidos fue
Sansón, cuyo mandato se prolongó durante veinte años, nacido de una mujer
estéril a la que un ángel le anunció su embarazo, será nazir, es decir,
consagrado por Dios desde el mismo vientre materno hasta su muerte. Y este es
el origen de su fuerza; con la condición impuesta de que no pasaría navaja por
su cabeza, de que no se podría cortar el pelo. Como podemos leer en las
anotaciones de la Biblia de Jerusalén: es fuerte como un gigante y a la vez
débil como un niño; un gran seductor del género femenino, pero no puede evitar
que las mujeres le engañen; aterroriza a sus enemigos los filisteos, los mata y
destruye sus propiedades, pero no logra liberar de ellos a su pueblo. En fin,
todo el relato expuesto en el libro de los Jueces es una colección de anécdotas
desde su nacimiento hasta su muerte provocada por él mismo, dándose la
circunstancia, de que mató a más enemigos en el momento de su óbito, unos tres
mil, que en toda su vida.
Su
predilección por las mujeres filisteas es manifiesta desde un principio, lo que
nos da una idea de su imprudencia. Antes de
tomar a Dalila por esposa, ya había contraído matrimonio con una mujer
de este pueblo, pese a la oposición de sus padres que preferían una judía. Esta unión acabó de una manera
desastrosa y con enfrentamientos de Sansón con sus enemigos. Más tarde, entró
en la casa de una prostituta, también filistea, y allí le tendieron una
emboscada de la que salió airoso, al igual que en otras ocasiones anteriores.
Fue después de este episodio, cuando finalmente conoce y se enamora en Soreq, de “la mujer fatal”, la que a la
postre, sería su perdición.
Su
enamoramiento con Dalila fue aprovechado desde un primer momento por los jefes
filisteos, con la cual contactaron y ofrecieron una gran suma de dinero, para
que obtuviese de su esposo el secreto que lo hacía más fuerte que a los demás
hombres. Tarea a la que se puso de inmediato, aprovechando la confianza que
Sansón había puesto en ella. No obstante, hasta en tres ocasiones se burló de
su esposa cuando intentaba sonsacarle el origen de su fuerza descomunal,
contándole historias que resultaron ser falsas. Pero como ella insistía, al
final le reveló el secreto de que su fuerza residía en su larga cabellera y,
por esa razón, nunca se cortaba el pelo. Tarea a la que se puso ella misma
después de dejarlo profundamente dormido. Conseguido su objetivo llamó a los
filisteos que inmediatamente lo detuvieron, una vez que su fuerza le abandonó.
Lo dejaron ciego y se lo llevaron a la ciudad de Gaza, en donde lo obligaron a
dar vueltas a una muela de molino en la cárcel. Este fue su cruel destino,
hasta que lo expusieron como objeto de escarnio y diversión entre las columnas
maestras del templo, mientras celebraban un gran sacrificio a su dios Dagón,
sin haberse percibido de que su cabello había vuelto a crecer; momento que
aprovechó Sansón para derribarlo y matar a todos los que allí se encontraban,
incluido él mismo. Sus familiares recogieron su cuerpo y lo enterraron en su
tierra.
Más
adelante, en otro libro posterior del Antiguo Testamento, nos cuenta la
historia de otra mujer, en este caso judía, que recuerda en cierto modo el
episodio que acabamos de ver. Se trata de una hazaña llevada a cabo por una
hermosa, rica y virtuosa viuda llamada Judit, que en plena guerra de su pueblo
contra el ejército babilonio, se da cuenta de que el general enemigo Holofernes
se quedó prendado por ella. Desafiando cualquier riesgo y acompañada por una
criada, consigue introducirse en la tienda de campaña que utilizaba Holofernes,
haciéndole creer que correspondía a su enamoramiento y aprovechando la
confianza que depositó en ella, lo emborrachó, y una vez dormido, le cortó la
cabeza escapando de allí. Este hecho inesperado, sembró la confusión en el
ejército babilonio, lo cual fue aprovechado por el ejército de Israel para
obtener la victoria y, de esta forma, se liberó del sitio al que fue sometida
la ciudad de Betulia. Así que, gracias al coraje y al patriotismo que demostró
una bella y refinada mujer, se consiguió una importante victoria militar.
Pero al
contrario de lo que sucede con la protagonista de la historia anterior, Judit
es un ejemplo de valor y coraje, pues liberó a su pueblo de una derrota segura
utilizando sus artes de mujer. Lo mismo que hizo Dalila, pero en este caso se
la presenta como un símbolo de la traición, por llevar a cabo un hecho
perverso, aprovechando la confianza que Sansón, enamorado, depositó en ella. Al
igual que Judas se propone como ejemplo de la traición masculina, como expresa
la frase tantas veces escuchada: “eres más traidor que Judas”; el nombre de
Dalila, se utiliza como ejemplo de la traición femenina: “es más traidora que
Dalila”.
Otro
asunto que nos podríamos plantear, es el hecho de hacer recaer en el cabello la
causa de poseer una enorme fuerza. Según el antropólogo y catedrático de la Universidad de Cambridge
J.G. Frazer, una creencia semejante ha existido en diversas partes del mundo.
Además, en su libro El folklore en el
Antiguo Testamento hace un estudio sobre relatos similares en otros pueblos: celtas, eslavos,
o de la India, por ejemplo, y llega a la
conclusión, que en su trama, o esquema general, hay coincidencia. La diferencia
fundamental estriba, en que en la historia de Sansón, toda la simpatía recae
por completo en el traicionado personaje, mientras que en otros lugares se le
presenta con los trazos más repulsivos, y se trataría simplemente, de un
desalmado que abusaría de su gran poder con fines perversos, con lo cual, nos
alegraríamos con su derrota y aplaudiríamos la astucia de la mujer al
traicionarle.
Bien,
llegados a este punto podríamos proponer lo siguiente. ¿Qué ocurriría si
encontrásemos la misma historia de Sansón y Dalila transmitida por fuentes
filisteas, y no sólo por textos judíos como ocurre actualmente? Es evidente que
sería completamente distinta, los papeles aparecerían invertidos, sin riesgo a
equivocarnos mucho, más o menos contaría algo así:
“En una
etapa anterior a la nuestra vivió una valiente, bella e inteligente mujer
llamada Dalila, que puso todas sus virtudes al servicio de las autoridades de
su época, para liberar a nuestro pueblo del más importante de sus enemigos, un
gigantón, grosero y engreído, que pretendía quedarse con nuestras mujeres,
además de incordiar y matar a muchos de nuestros hombres y destruir sus
propiedades con la fuerza propia de un animal. Su nombre era Sansón.
Despreciando todo riesgo y demostrando un gran valor, utilizando únicamente sus
armas femeninas lo sedujo, para que le confesara el secreto sobre el origen de
su fuerza. Insistió, a riesgo de ser descubierta, en sus planes hasta que
consiguió su objetivo. Una vez que le desveló el secreto, de que su fuerza
residía en su larga cabellera, ella misma le rasuró el pelo una vez que lo dejó
dormido. A continuación, avisó a las autoridades filisteas para que lo
apresaran. Y así ocurrió, ya desprovisto de su gran fuerza. Se le dejó ciego, y
el resto de sus días los pasó dando vueltas a una rueda de molino en la cárcel,
donde pagó por sus numerosos delitos. Mientras tanto, Dalila, fue generosamente
recompensada por liberarnos de semejante monstruo.” En este caso, Dalila sería
el ejemplo a imitar, por el patriotismo, la valentía y la lealtad que demostró
arriesgando su propia vida.
Lógicamente, la historia de Sansón no resistiría el más mínimo análisis
de crítica histórica, estos relatos fueron creados con la convicción del pueblo
judío sobre la obediencia incondicional a Dios, y las terribles consecuencias
que implicaban no obedecer sus mandatos. Aparte de otras enseñanzas y moralejas implícitas que pudiesen contener
estas narraciones. Asimismo, en el libro de Judith se exalta la idea del
patriotismo y la religiosidad que el pueblo elegido debe a Yahveh, que utiliza
a esta mujer como instrumento para liberar, una vez más, a su pueblo. Una
heroína del pasado digna de imitar, sobre todo en los momentos en que este
libro fue escrito: en época macabea durante el siglo II antes de Cristo, cuando
los judíos tenían que hacer frente a sus invasores. Luego lo importante de
estas narraciones, no es su historicidad, sino su mensaje. En este caso, sería
Dios mismo el que utilizaría a los escritores de estos textos, como sus
instrumentos para comunicarse con su pueblo; abrir sus mentes y corazones; y
darle pautas de comportamiento a seguir, sobre todo, en aquellos momentos que
más lo necesitaban.
Por
último, indicar que la “historia” de Sansón y Dalila ha sido un tema recurrente
en la Historia del Arte, tal y como se pone de manifiesto en la multitud de
cuadros que se conservan de este asunto. Así como de películas realizadas,
entre las que podríamos destacar “Sansón
y Dalila” producida 1949 con Victor Mature de protagonista. También la
literatura y la música popular se han ocupado ampliamente de este tema y,
aunque con menor intensidad, la música clásica, como podemos comprobar en una
ópera de Saint-Saëns. E incluso, en dibujos animados, como en el episodio de los Simpson titulado Simpson y Dalila.
R.R.C.